lunes, abril 30, 2007

EMPRÉSTAME TU HERMANA, GONZALO








































Había sembrado en el aire al Alcalde de Bogotá al cierre de un acto en el día mundial del libro. Ironías para Neruda en el guiño del referente, silencio absoluto para Parra. "No me despido de nadie, estoy más fresco que nunca" Cosa mentale. Volvió a hablar de su maestro, con pasión, del pituco, señorito, que usaba un anillo de marques. "Todos somos rulfianos", dijo en medio de un auditorium hipnotizado, a su merced, atestado, de bote a bote, que colgaba por las puertas, bullía de silencio y cerraba los ojos para atrapar las imágenes llenas de sexo, amor, irreverencia, luz y oscuridad. "Poeta libertino, erótico, de eroticidad excesiva, me dicen. Es cierto, agregó, "soy erótico y vuelto hacia la sacralidad y el amor. Sacro y piel."
Más de un hora recitó Gonzalo Rojas en la Casa Silva de la Poesía, en Bogotá, en el histórico Barrio La Candelaria, desde donde se aprecia al final de la Calle 14 el icono capitalino, el cerro Moserrat y los techos coloniales de tejas con esos muros levantados para el silencio. (Era pasado el mediodía en el reloj de Bogotá y yo la había cruzado en un taxi amarillo suspendido en el aire, aunque el tiempo no me sobraba, porque a las tres en punto de la tarde debía estar en el aeropuerto, rumbo a Panamá. Había intentado solucionar un detalle en el stand de Chile, pero Kafka se había apoderado de las sendas matronas que atendían el pabellón del país invitado. Salí al recital como llegué, empujado por una retórica kafkiana, esa atmósfera verbal que te conduce a ninguna parte y tu interlocutor se siente tan satisfecho, que uno siente lástima por la miseria humana. Fin de este paréntesis).
Gonzalo Rojas era tal vez la principal estrella de la Feria colombiana, volvía enamorado de la palabra a Bogotá, como siempre, silabeando, más retórico que nunca en su propia retórica, arrastrando el poncho de su verbo, casi taimado en la flexible ortodoxia, coqueteando con la muerte, distanciándose de la parca, volviendo con sus extraordinarias dotes orales a coversar simplemente de poesía, del oficio, de sus compañeros de juego como diría Pound. La sala muerde el anzuelo y el sedal corre, se sostiene tenso, firme en la palabra, como un cordón umbilical eterno.
Por la película muda de callar, se te ama, con qué amor?, con el del catre, ataúd que ya me espera. Ahí está, hambriento de hembra, de muerte, de vida: olor a bestia, chúcara bestial, lo que ardí por tí, lo que me fascinaron tus ancas flexible. Con sus labios gruesos de mulato sureño arrastra el verbo, decanta el canto, el viril vagido de su palabra, como entrando al útero con la primera luz del amanecer.
Poeta de la vieja guardia en la vanguardia permanente. Atreverse al descaro, desenfado, no hace mal a nadie, comenta con los bogotanos. La poesía hay que leerla y releerla, dice. Y dedica esta sesión al eterno femenino. Es bueno revivir los vocablos, sostiene, tienen su luz, diamantismo, ciertamente la palabra nos mira desde adentro, digo yo.
Dijo de todo sobre su poesía y la ajena, lo que pudo decir en unos 75 o 90 minutos, a poco de conmemorarse el próximo años 5o años de la edición de su primer libro La miseria del hombre (Valparaíso, 1948). Esperó 16 años para editar su próximo libro, uno de sus más celebrados poemarios, Contra la muerte (Editorial Universitaria, 1964). Trece años después editaría Oscuro en Monte Avila Editores (1977). Y así sucesivamente,ediciones en México, Madrid, Barcelona y Santiago de Chile. Dejaba de ser un poeta larvario, avaro en publicaciones, y a los 75 años Gonzalo Rojas entraba en tierra derecha por la gloria de los premios y reconocimientos, para compartir este escenario de la poesía global con Nicanor Parra, el viejo profesor autor de un Cancionero sin Nombre.
Un entrevista y titular en Colombia decía que "Gonzalo Rojas es el poeta vivo más importante de Chile." No saben lo que escriben y dicen, lo que significa eso en Chile, país de poetas a pesar de Chile. Los dos poetas más jóvenes de Chile suman 183 años y no están dispuestos a retirarse, a ceder un milímetro de su gloriola. Lo recomendable es que ProChile tu cielo azulado, promueva no sólo estos viejos piscos o Panimavidas, que es un producto más chileno y que viene al caso, según la Cata de la Poesía. Hay que remecer la cantera de los más jóvenes que están dentro y fuera de Chile. ¿La poesía es dragón o dinosaurio, o más bien el gusano que no deja de vestirse de seda? Qué titular el de El Tiempo sobre Rojas "contra Parra". ¿Que se ama cuando se ama?, fue la interrogante poética de la Feria que nos traía Gonzalo Rojas bajo el poncho de su poesía y que volvió a decir en sus recitales.
¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes, o este sol colorado que es mi sangre furiosa cuando entro en ella hasta las últimas raíces?
Gonzalo Rojas, en el principio de los 90, está sentado en su cátedra del mediodía en Bogotá, el tiempo le sabe a lugar común, cero a la izquierda o a la derecha, ya ha sumado casi todo. ¿La hora colombiana es macondiana, sin principio ni fin? El poeta aspira con su pajilla el aire de su tiempo.
Juega con las palabras/¿Qué se ama cuando se ama?
La palabra placer, corría larga y libre por el cuerpo compacto de la audiencia y Rojas silabeaba de la A hasta la Z con su nuevo y viejo repertorio. ¿Si alguien sugiere otro texto que pudiera leer en medio de estos papeles infinitos?, interrogaba al público. "Estoy naciendo siempre". "Soy un nacedor, no como Borges que escribió El Hacedor". "A mí me gusta W. Blake." Sí, señorita diga, conversaba con su audiencia. Había leído El Fornicio, va y viene por una atmósfera plena, y Rojas avanza en el poema para seguir retrocediendo, marcando las sílabas, enfatizando, explicando lo inexplicable, releyéndose, explicándose lo inexplicable, la poesía: la más alta concentración expresiva.
En El Fornicio están todas las mujeres, sus lenguas, aromas, pieles en frenesí, como los ojos del poeta que busca lo que busca y encuentra lo que encuentra.
Me gusta esa especie de errata mental de las mujeres, sus pifias, no sólo las rodillas. Las mujeres esquizo, todos los somos.
Los poetas mueren por omisión, más que por condena o crítica ácida, de las que abundan a quemarropa. Octubre está tan cerca, es la primavera del sur, y la del Nobel de Literatura nuevamente, la rueda infinita de la última espera para pasar a la inmortalidad como la creemos conocer y hacer a una medida humana. El país distante ya tiene dos premios nobeles y dos candidatos más. Por alguna razón en la Feria Internacional de Bogotá la imagen de Neruda compartía un lugar de privilegio en medio de los escritores invitados.
¿Qué es lo nuevo para repetirlo?
¿Dónde la vanguardia para olvidarla?
¿Quién viene detrás para pisarle la chaqueta?
Chile, dijo Rojas, tiene tres poetas pasables, ¿Neruda, Huidobro, la Mistral?
De Rokha, Parra y Lihn? ¿Tiene alguna importancia si son tres o 9 o 13? Tres también son los poetas que recuerdo se suicidaron en Chile: dos De Rokha y la Violeta. Todos sin anestesia. ¿O fueron Cáceres, Romeo Murgas y el que viene volando de Rojas Jiménez? Jorge Teillier y Rolando Cárdenas, se suicidaron de otra manera en el último barco del Bar Unión Chica, en la calle Nueva York 11. Ambos profetas del Apocalípsis de Manhattan? ¿En quiénes pensó Rojas? Siempre se piensa en los mismos. Yo creo que debemos darle nuevo tiraje a la chimenea, el pasado es pasado y el presente es futuro."No creo en la poesía clara. La poesía es oscura, es secreta. No es clara," reafirmó. Para claridad está el cielo en verano o el sol en cualquier estación.
Pero nosotros debemos resolver el enigma del título de esta nota. Empréstame tu hermana es un poema de Rojas y que recitó en medio de un mar de explicaciones, en la Casa Silva de la Poesía. Un poema que surgió de un viaje frente al mar en el balneareo chileno de Algarrobo, dijo el poeta. Es un chilenismo, por préstame, pero en cualquiera de las dos formas, es un vocablo trasgresor, cuando menos. "Así a lo roto", dice un verso del poema, que retrata la chilenidad del vocablo, su acepción. Mejor veamos el extenso poema, para no más dudas.:
Empréstame a tu hermana
Una idiotez estar pensando en todo y a la vez en nada, viéndola
sangrar
a la muchacha de 20 toda preñada
de nadie pariendo y el problema es justamente
lo mucho que es el mar en cuanto a belleza,
lo mucho y las gaviotas,
esa especie de mucho que es la libertad
y uno aquí pensando.
Es decir lo ilusorio que ha llegado a ser este ojo,
esta jeta, esta nariz
de tanto y tanto respirar si en que el oxígeno
se llama vejez, las cosas claras, si es que los 3 minutos
que le van quedando al desperdicio
que es el hombre se llaman de repente
trinidad, Trinidad Santísima, esta mañana lo enterramos
lo enterramos a quién, ya ni recuerdo a quién
con todo este gentío que se junta y esos llantos atroces.
Todo eso sin puntuación,
para qué tanta puntuación, el Neruda puntuaba
y vamos viendo lo que pasó
ni hablar de eso, qué habrá sido
de lo que habrá sido, a mi me gusta Blake, William
Blake y es que se me aparece
con su gorro frigio, ahí tienen un caballo,
ahí tienen definitivamente todo un caballo.
Además está lloviendo con todo este sol está lloviendo
42 a la sombra y es febrero
de algún año de alguna era, de alguna de estas eras
que le salen al planeta como heridas ocultas cuando menos lo piensa,
la por ejemplo edad de Lautréamont
el montevidiano sin el cual para qué el Breton se casó
para qué se casó con esa flaca se me ocurre, rue Fontaine
quarente-deux, a droite.
Y ya pasando entonces de la quimera a la era, empréstame
tu hermana.
¡viva nuestra Sudamérica rokhianamente hablando!
empréstame tu hermana, a ver, a ver
si la cosa llega a parto de una vez,
y nos juntamos todos y conste que el primero que lo dijo fue un tal Simon
Rodríguez que le inventó la Patria Grande
al otro Simón de a caballo, antes, mucho antes,
que Martí, y empréstame tu hermana, hombre, así a lo roto
y la bailemos todos, y que vivan hasta el diez mil del Mundo nuestra Caracas
donde dormí siete años el exilio, y
nuestra Bogotá preciosa, y la putidoncella
fluminense sin fútbol,
eso sí pero con Guimaraes, Rio Grande do Sul
y el Buenos Aires bórgico hasta las últimas estrellas, y
mi Lima vallejiana que no fue nunca horrible
como la han desollado por ahí
y el Tiahuanaco angélico, Evo y más Evo a ver qué pasa,
y Santiago de Chile, por qué no
y por qué no Valparaíso que no fue fundado nunca.
Empréstame tu hermana, ¿pero dónde anda el ritmo me habría dicho
Matta?
déjale eso a Homero le respondiera mi corazón, una idiotez
estar pensando en todo y a la vez en nada, viéndola sangrar
a la muchacha de 20 toda preñada
de nadie pariendo y el problema es justamente
lo mucho que es el mar en cuanto a belleza
lo mucho y las gaviotas, esa especie de mucho que es la libertad
y uno aquí pensando.
Pensando por otra parte en Tlaquespaque, se me vienen de golpe
todas las ceibas
de Tlequepaque finísimo de aroma y transparencia, y adiós a la
picantería que hace estragos chillando por la TV profanando el
laberinto de la soledad, Octavio me oiga, y Buñuel y además
las 500 rosas de mi jardín de este Chillán de Chile que no será México
pero me
sigue siendo México, las heridas abiertas desde hace 3
mil años y están ahí mirándome en
la medida fotográfica en que todos somos rulfianos y aquí termina el ventarrón.
El ventarrón o el Apocalipsis, la única que me entiende
a mí es Fabienne que vino a los 17 sobre junio
del 73 cuando el tanquetazo,
de puro loca vino con ese formato grande
de hembra grande rumana y parisina como Celan, en micro,
en bote vino, en carreta, en burro a la siga de nada que no fuera
la resurrección libérrima del amor
de Paris al Golfo vino a verlo todo, a
transverlo, a oirlo al Gran Árbol ciego: un verdadero cabeza de
tormenta, vayan, vayan también ustedes a leerlo a Lebu: wasbleibt
aber stiffen die Dichter en ese mágico
cementerio frente al mar donde está escrito el Mundo
parado en el aire, sin raíces, sin nadie, y otra cosa ¿le habrá costado el informe
sobre aquese tamaño personajo a la Fabienne
purpúreo y adivino? ¿le habrá costado?
¿se habrá costaleado setenta veces 7 como en la versión de los
septuaginta hasta
que terminó vertiendo
esas sílabas de loco por imantación en parisino diamantino?
Allá ella
que no me oye,
Le pago en animal como puedo con mis noventa líneas o son 92, con un beso
de Renegado a Coyoacán le pago.
Estará lloviendo afuera o no más llorando.
Rolando Gabrielli©2007




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