"Lo que necesitamos son libros que hagan en nosotros el efecto de una desgracia, que nos duelan profundamente como la muerte de una persona a quien hubiésemos amado más que a nosotros mismos, como si fuésemos arrojados a los bosques, lejos de los hombres, como un suicidio; un libro tiene que ser el hacha para el mar helado que llevamos adentro" Franz Kafka
Gusto, más que azar, placer, coincidencia también, búsqueda personal, los autores y los lectores tienen alguna recurrencia. Hay motivaciones que vienen del subconsciente, flotan, se anidan, permanecen en el tiempo y tarde o temprano, salen a la superficie, indican con su largo dedo el aquí y ahora. Los guiños vienen de diversos ángulos, son muchas veces tardíos, lejanos, vagos, difusos, pero adquieren materialidad, presencia física, dejan de ser ánimas de sus propios sueños o espíritus huidizos. Es un reencuentro del lector con los autores sin más intermediarios. La soledad de la página escrita, del cuadro que uno ve con ojos propios, la constatación personal, íntima, sólo la compañía del autor, sus viajes al fondo de la escritura o a los colores de la paleta. Todos los escenarios y pasados de la memoria en cada una de las páginas. La memoria olfatea en presente y hace el recorrido que sólo ella conoce y activa el botón, su inconfundible switch personal.
Algo o alguien pone esa chispa silenciosa que en algún momento ilumina a páginas y autores, desencadena, estimula la revisión o entrada y la chispa cumple su cometido.
Vamos a las tres K, una letra poco amable, usada en el idioma castellano, diría bastante ajena a nosotros, como un kilómetro. Pero ha resultado deslumbrante en el arte. F. Kafka, J. Keoruac y F. Kahlo. Son comparables como la estación del viento, la luz opaca de los faroles bajo la nieve o el ardiente verano de todas las esquinas.
Kafka permanece eterno en el barro memorioso de la noche iluminada, en el sacrificio de un tiempo siempre postergado, que no llega, ese absurdo vacío real. La condena de las llamas que no cumplieron su cometido. Todos somos un poco las cenizas de sus libros que no llegaron a ser. Renovamos los votos en la mutilación de los sueños kafkianos, sobre la incineración de sus propios deseos. Kafka tiene la doble k, como un cerrojo con su llave. Kafka es un vicio enorme del siglo XX. Seguimos respirando por sus tuberculosos pulmones. Somos tan kafkianos como podemos. Nos dejó un ruido, pistas, señales, rutas, un ala en pleno vuelo,
Kafka pidió a su mejor amigo, Max Brod, que quemara sus sueños, pesadillas, lo que le impedía vivir quizás. ¿El fuego purifica o produce más dolor? M. Brod prefirió, probablemente, que Kafka siguiera ardiendo en la palabra. La noche se detiene en un río. Un sastre se fuga con un maniquí. La Musa no se duerme en los laureles, ni en el olvido. Kafka, el más buscado/citado/criticado/interpretado/desconocido de los escritores del siglo XX. Kafka se repite en el mortal sueño de la vida. En estos días ha vuelto bajo el enigmático título Kafka en la orilla, del escritor japonés, Haruki Murakami, quien coincide con las dos K y una magnífica novela. Kafka Tamura, es el “seudónimo” del personaje principal de la novela, un quinceañero destinado a una edípica tragedia griega. Todo se origina en una mala relación “kafkiana” con el padre. (¿Kafka era un capítulo inconcluso narrado por sí mismo?) ¿Este es el principio de las historias de Kafka en la orilla? Para llegar a ningún lugar hay que atravesar por diversas situaciones, recorrer muchos caminos, adentrarse tal vez en uno, profundizar en u supuesto destino, adentrarse al fondo de las cosas, hablar con una piedra, gatos, asesinar, amar a su propia madre si fuera necesario. Las historias se entrelazan, no todas conducen a Roma y podría llegar a tener una explicación real, transparente como un estado de cuentas bancarias. Hay un curso que late, persiste, continua, nace, se hace orilla y centro, a pesar de nosotros mismos. Más allá de lo aparentemente sobrenatural, lluvia de peces y sanguijuelas, de una suerte de espiritualidad japonesa. Hay sueños que son realidad y realidades que se convierten en sueños.
Haruki Murakami es nieto de un monje budista y de un mercader, pero sus padres enseñaban literatura japonesa. Desde luego algo le debemos al pasado y al origen, aunque el presente lo construyamos bajo nuestros pies. Murakami estudió literatura y drama griego, lo que se refleja en esta novela claramente, como su influencia anglosajona salpicada de sentido común, cotidianeidad. Estamos ante una travesía, viaje, el camino que se abre en otro camino hacia donde la mano del escritor lleva. La literatura pastorea sus propias ovejas, y aún, las descarriadas.
El rollo de KEROUAC
Por un cable de la agencia France Press, me entero que la novela de Jack Kerouac, En el camino (On the road), se editará una versión verdadera, completa, “sin cortes, ni máscaras”, el próximo lunes. La novela crónica beat cumple 50 años y según sus editores Viking Press, se venden 100 mil ejemplares anuales. La editora lanzará además la versión ya conocida y un ensayo nuevo sobre On the Road. Kerouac relata un viaje iniciático que vive en la famosa Ruta 66 de Estados Unidos con sus amigos Neal Cassady, Allen Ginsberg Y William Burroughs: De Nueva York a Denver, retorno a México y finalizando en el punto de partida, N.Y. Prosa directa, espontánea, conversacional sin tiempo ni espacio, Kerouac se sumerge fuera del stablishment norteamericano, y se decide respirar a plena velocidad y capacidad por la carretera de Estados Unidos. Es fundamentalmente la historia de Sal Paradise, Kerouac y Dean Moriarty, Neal Cassidy. "Dactilografiada sobre un rollo de papel de teletipo de 36 metros, la novela fue publicada seis años después, el 5 de septiembre de 1957, en una edición de la que se suprimieron algunos detalles eróticos y con nombres ficticios disfrazando los reales", revela la agencia, una noticia de la cual teníamos noticia. John Sampas, albacea de la obra de Kerouac, justificó la edición podada por 50 años, "para evitar demandas judiciales por aquellos que podían sentirse difamados o invadidos en su vida privada”. El rollo del gran rollo novelístico, escrito en 3 semanas en 1951, de acuerdo con su autor, fue subastado en 2.1 millones de dólares el 2001 y se exhibirá en noviembre próximo en en la Biblioteca Pública de Nueva York, con el título Almas beatíficas. También es una gran noticia que el próximo año se rodará En el camino y contará con una versión cinematográfica, producida por Francis Ford Coppola y dirigida por el brasileño Walter Salles, director de Diarios de motocicleta, comenzará a rodarse el año próximo.
La profesora de literatura de la Universidad de Columbia, en N.Y, Penny Vlagopulos, ha dicho que “La edición del ‘rollo’ tiene más sexo explícito”. “La versión publicada que se conoce no es muy diferente de la original, advirtió, pero ésta tiene un estilo más experimental que da al lector la sensación de participar de cerca en la experiencia literaria que Kerouac tenía en mente”.
Kerouac da cuenta que la libertad es lo esencial, el viento de las ruedas, la noche donde existe noche, el lugar, Denver en el sueño, un tiempo para estar con los amigos, en soledad, buscar y recordar. No importa el principio ni el fin..."Dean es el tipo perfecto para la carretera porque de hecho había nacido en la carretera, cuando sus padres pasaban por Salt Lake City, en un viejo trasto, camino de Los Ángeles". Con vehículos desvencijados, haciendo dedo en las carreteras y con un flamante Cadillacs, recorren Estados Unidos como vólidos sin tiempo, descomplicados, en el camino, viviendo, soñado en tiempo presente, realizando tal vez el Sueño Americano personal más allá de cualquier convencionalismo. dean venía de Denver a N.Y. para aprender a escribir. Kerouac, Sal Paradise, le da la receta para ser escritor: "dedicarse a ello con la energía de un adicto a las anfetas". Dean abandona NY rumbo a Denver, de donde había venido, con su máquina de escribir portátil, 11 dólares, para comenzar a escribir en una pensión de esa mítica ciudad, siempre flotando En el camino. En el garaje de Arapahoe. ¿Te acuerdas? ¿Sabes que hay una carretera que baja hasta México y luego sigue a Panamá?......
Ahora casi podía ver a Denver allí adelante como si fuera la Tierra Prometida...allá lejos entre las estrellas, más allá de la pradera de Iowa y las llanuras de Nebraska...Ahora iba a Denver en busca de una chica y de una nueva vida...Denver, Denver, ¿cómo conseguiría llegar a Denver?...¡Uf! ¿Cómo será Denver?...y me lancé de nuevo a la ardiente carretera...me imaginé en un bar en Denver...Justo delante de los ondulantes y dorados trigales, y bajo las lejanas nieves de Estes, al fin veía al viejo Denver...Antes que me diera cuenta...estábamos en el mercado de mayoristas de frutas las afueras de Denver; había chimeneas, humo, vías férreas, edificios de ladrillo rojo, y a lo lejos de piedra gris del centro de la ciudad, y aquí estaba yo en Denver. Me dejó en la calle Larimer...
En el camino es un viaje maravilloso, profundo, poético, nostálgico, vivencial, desgarrador, placentero, vibrante, de sí mismo, absolutante biográfico, geográfico e iniciático. Una aventura personal entre amigos, bastante familiar, en un paisaje humano fraterno, solidario que se realiza en un camino, aventura por Estados Unidos y por sobre su esquemático stablishment. En medio de todo lo informal, carretero, hay frases formales que dicen mucho del espíritu y filosofía del hombre, no sólo del escritor: "Mi tía dijo en una ocasión que en el mundo nunca habría paz hasta que los hombres se arrodillaran ante las mujeres y les pidieran perdón". "Guapa, sabes lo mismo que yo que todo anda perfectamente entre nosotros, por lo menos más allá de la más abstracta de las definiciones en términos metafísicos o cualquier otro término que intentes especificar o imponer suavemente o subrayar".
“La única gente que me interesa es la que está loca, loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo; la gente que no bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde y explota como fuegos artificiales amarillos, como arañas entre las estrellas”
F. KAHLO
No sólo pintó, escribió, amó, se casó, luchó socialmente por sus convicciones, la mujer y sus propias pasiones en una época difícil, sino que se dio tiempo para ser y vivir como Frida Kahlo. Fue quizás su gran objetivo: sobrevivirse a sus poco ventajosas circunstancias físicas que le impuso la vida y el azar. Desde el día que se presentó bajo los andamios de Rivera, entró en el gran mural de México como un icono con personalidad propia, aunque su primera exposición fue en Nueva York, luego París, mientras que su país la convirtió en un paréntesis hasta 1953, cuando expuso una sola vez un año antes de morir.
Poco más de medio siglo después, vuelve a exponerse la mayor obra de la pintora, ella misma, en el Palacio de Bellas Artes, su muestra más completa: "Frida Kahlo 1907-2007 Homenaje Nacional", donde la visitaron 443 mil 938 personas, marcando un hito en todas las exhibiciones en México. A Panamá llegó una muestra donde comparte la vida con el muralista de su vida, bajo el título: Complicidades. Diego y Frida. Son 35 fotografías que reflejan las pasiones que compartieron durante su historia como pareja que hizo historia en 25 años de compartir la sal, el aceite, la pimienta y el vinagre, las cuatro estaciones de la vida y del dolor. En el telón de fondo de sus vidas, está la Revolución de México. Nacieron en fechas distantes, pero compartieron una historia, el deseo, el arte, las convicciones, el color de la vida y sobre todo, la mexicanidad, los unió definitivamente más allá de su época hasta nuestros días. Iconos ambos de fidelidad a México, su cultura, costumbres, raíces, sueños, encuentran también en el histórico Casco Viejo de ciudad de Panamá y en el recinto de su emblemático Museo del Canal, las muestras de solidaridad con ambos en su historia, obras y compromiso político y social. El día de la inauguración de la muestra, el público salía a la calle, ascendiendo escaleras, agrupado en los pasillos de las salas del Museo y convirtiendo el lugar en una verdadera fiesta popular.
Panamá tiene la virtud de ser un paso obligado, un sitio de tránsito, un lugar de convocatoria, la Rendez Vous es en Panamá, Madame, y por aquí no sólo pasa la mercancía, los millones de contenedores, sino la gente. Cuando firmé el libro y puse ¡Viva Frida! y en verdad debí escribir: Viva Frida y Diego, la curiosidad me llevó a ver a quienes estaba acompañando en esta visita. Los firmantes procedían de España, Italia, Argentina, Estados Unidos, Francia, Chile, Bélgica y de l país del etc., muchos otros, lo que me reafirma la condición de Panamá de país sin fronteras.
Frida y Diego en el centenario de la Kahlo, presiden su propia historia y la de México. Un homenaje a su compromiso y a dos personajes involucrados no sólo en el arte, sino la historia de su país. Respiraron México dentro de los murales de la Revolución Méxicana y su tiempo, y Frida, le acompañó con su dolor, sus agallas y pasión por la vida. Dos hechos trascendentes para la historia de México e internacional, destaca la muestra, entre las complicidades que unieron definitivamente a Frida y Diego. Los asesinatos del líder cubano comunista, Julio Antonio Mella y del revolucionario ruso León Trotsky, en México, fueron detonantes de esta singular e invencible unión, contra viento y marea, de Frida y Diego, quienes se casan el 21 de agosto de 1929, a pocos meses de la muerte de Mella, pareja sentimental de la gran fotógrafa italiana Tina Modotti. (Tinísima le llama en su libro la escritora Elena Poniatowska). Ambos compartieron esas luchas y no se les puede separar de ese compromiso social, de arte y vida. Trotsky había sido recibido en su Casa Azul y Frida tendría un vínculo amoroso con él. Frida y Diego estaban separados. Frida recibió al histórico líder soviético del Ejército Rojo, en el puerto de Tampico. Independientemente de este afecto y otros circunstanciales, estuvo el compromiso con su propia historia hasta el final de sus días, biografiada por la propia Frida en carne propia. Pero, las luchas sociales, sin duda, les unió en un momento clave de sus vidas. La historia, ni la vida personal, son estáticas, existe una tácita revolución permanente y más en los artistas. La Kahlo y Rivera no eran la excepción, y sí que lo eran tal vez a la hora de sus cambios emocionales, la transformación permanente de sus actos referidos a la intimidad y al amor, a una suerte de generosidad amorosa desplegada en todas sus alas. Amaron sin restricciones de ninguna naturaleza. He ahí un poderoso común denominador que siempre unió sus polos, a pesar de algunas intervalos y cortocircuitos. La pasión de la vida se llamó Frida y Diego, más tal vez Ella, que desde su accidentada vida, con su cuerpo destrozado por un accidente a temprana edad, cosntruyó su personalísimo mundo que es lo que cuenta definitivamente en un artista verdadero. Que otros, que no faltan, le regateen esto y lo otro a Frida, pero ella transformó su lecho íntimo, su cama, no sólo en la pasión de sus horas felices y dolorosas, sino en su mesa de trabajo. Flotó en ella como una alucinada en sus días buenos y malos, y también la transformó en un icono de una de sus presentaciones y de por vida ante nosotros, la heredó como un símbolo de la leyenda que construyó.
El azar quiso cortarle las alas/al águila de México/ y Frida asciende donde el cielo no llega/deja su cuerpo y sus piernas y vuela...Rolando Gabrielli©2007
1 comentario:
Por esas casualidades de la vida llego hasta tu blog... muy bueno por lo demás. Te dejo un afectuoso saludo y la invitación a mi humilde blog.
Salud...
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