Nos acercamos a la primera dècada del siglo XXI con avances cientìficos notables que nos sorprenden a nosotros mismos e interrogantes que nos recuerdan en bùsqueda de los pasos perdidos. Cada vez sabemos màs de todo y menos de nosotros mismos. Las noticias cambian de dìa, pero suelen ser las mismas. Los soldados van a morir a la guerra. Bin Laden està en las montañas en la frontera de Afganistàn y Pakistàn. El rollo pasa una y otra vez. Si el año se va, que lo haga con prudencia y buena letra. Sin mayores estridencias. Aunque el Primer ministro italiano Silvio Berlusconi fue sorprendido en Milàn por un "desquiciado", quien le arrojò al rostro una rèplica del Duomo de Milàn, rompièndole la cara. Màs que sorpresas, siempre hay sorprendidos. Fellinii pareciera haber retornado al escenario real. La humanidad convierte su cabeza en avestruz y la esconde frente al negro, pavoroso, inaceptable panorama del continente africano. Y aquì en casa, Haitì es el paìs que se extingue a ojos vistas del mundo americano. ¿Aprendiò Haitì a olvidarse de sì mismo? Son las noticias del mundo que no vemos como la de la valiente lìder moral del pueblo saharahui, Aminetu Haidar, en huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote, España, hace casi un mes, porque el rey de Marruecos, Hasan II no la deja vivir en su paìs ocupado por el ejèrcito marroquì. El mundo sigue mirando para el lado, mientras el Sahara Occidental continùa secuestrado contra la voluntad de sus habitantes en manos de un rey codicioso que desconoce la autodeterminaciòn, libertad, derechos humanos y de vivir dignamente a su poblaciòn. Asì se està despidiendo el 2009. Aminetu vivìa bajo un techo de miseria vigilada, la muerte civil màs absoluta. Siglo XXI, que verguenza, la historia sigue arrodillada su peor pasado. La causa saharahui es un grano del desierto insignificante en la tempestad de Afganistàn.
Desde luego sigue saliendo el sol. No para todos. Parecièramos vivir en un mundo lleno de causas perdidas. Regido ademàs por un silabario escolar de promesas incumplidas. Un año es un tiempo conocido, lo importante es què no hicimos y por què construimos al revès la noche del dìa. ¿ ¿Saldrà el sol en Copenhague? Shakespeare lo dijo hace siglos, algo està podrido en Dinamarca, y ahora no es precisamente el paìs anfitriòn, sino la retòrica de los intereses bastardos.
Dejèmosle partir, al año, se presentò con sus cuatro estaciones en el Norte y Sur, y estas dos tropicales, de lluvia y sol, con que acostumbro a ver el dìa, a moverme frente al mar y la selva hùmeda, como si una pintura naif se estuviera pintando asìmisma. Un gran aguacero siempre lava las calles y como si borrara el instante, presenta un nuevo día. El año es un recurso del tiempo, la formalidad del calendario. Importa que hicimos en ese tiempo, porque suma, corre, dentro de la cuenta regresiva. Este tiempo ya se fue. Viene otro nuevo. De paquete. Made en usted mismo, mi querido internauta, y parta desde allì el primero de enero de este 2010 a punto de convertirse en realidad y una nueva esperanza. El 2010 parece màs un año cercano a las galaxias y a veces me pregunto còmo llegamos hasta aquì casi sin movernos del paraìso perdido. Tan lejos, tan cerca, sin partir. Una nube lenta pasa. Alguien toca la bocina. Otros se pasan a buscar. ¿Si el tiempo nos robara la calma, estarìamos perdidos? En algùn momento algo saldrà a subasta y alguien le pondrà precio a algùn objeto y otro se lo llevarà para instalarlo en algùn lugar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario