La poesía
sabe, nunca ignora
que siempre
es su momento,
por más que
las circunstancias
sean ciegas
voces, fanáticas,
estúpidas palabras,
las que se
respiran
en los
banales, soberbios,
escenarios del
poder.
La palabra
no es una baratija
ni moneda de
intercambio comercial,
ni presume
de ser la única verdad,
ni administrar
el paraíso, ni el infierno,
la palabra
es para dialogar,
sin
cadenas, solo en libertad.
Rolando Gabrielli2025
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