Banksy los inquieta,
perturba, siempre sorprende, de una u otra manera. Es el ajedrecista invisible
de los muros, sus jugadas son certeras como su mensaje. No debe agradar del
todo, al establecimiento, pone el dedo en la yaga y no se equivoca.
Maneja el presente cautivo de la oportunidad, del presente y
de la creatividad. El ego es para los mediocres, exhibicionistas, talentosos de
las ferias digitales, del snobismo del clice, aves de rapiña del mercado.
Banksy es simple: apunta a la realidad humildemente y no la
deja indemne, siempre queda tocada, para pensar, para reflexionar sobre la imagen, no como algo
desgastado, sino como algo fresco, crítico y necesario.
Se reinventa a cada paso, destruye obras que se subastan, pinta al poder en toda su putrefacción, mueve los delgados
hilos fácticos de este mundo que da
pasos agigantados hacia su propia destrucción.
Esta vez nos pone un juego creativo sobre la mesa y sortea, tras el pago de dos
libras esterlinas, una de sus obras: la
barca con inmigrante africanos. Solo se necesita decir el peso exacto del objeto.
La barca solo mide 99 centímetros de larga y su material es fibra de vidrio. las figuras son de resina
artificial.
Bansky vuelve a inquietar y a hacer un aporte artístico y
social, el dinero irá para los refugiados, que tan mal la están pasando en
Europa y a los lugares que van.
Rolando Gabrielli 2018
Rostros que el mundo no se detiene a observar,
negros oscuros sin destino,
viajan con trajes y cuerpos muertos,
por mares hacia sus profundidades.
Solo el mar los devuelve a su destino final.
No hay más muerte que la muerte inevitable.
rolando gabrielli
Chile
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