jueves, septiembre 20, 2007

Los Haikus de Kerouac






Suele ocurrir con frecuencia en literatura. Autores que sólo el tiempo rescata, la fe de sus lectores, lo dicho en sus palabras, la conmoción de los sentidos en una época, esa enorme ausencia que es olvido ilegítimo deja de imponerse por la fuerza del texto, la intensidad del verbo aflora en una nueva piel sobre el papel. Y diría, palabra absolutamente renovada en la palabra. Jack Kerouac marcó su tiempo y una época, aunque su novela emblemática y mítica En el camino, fue editada con cortes inaceptables, mutilaciones vergonzosas y sólo 50 años después recupera su originalidad.
Y la obra de Kerouac sigue en el camino, el próximo mes de octubre, la editorial española Bartleby publicará la edición bilingüe del “Libro de Haikus” de Kerouac, traducida por el poeta Marcos Canteli. Kerouac que cerró su puerta muy temprano y partió desde su último refugio en Lowell, Massachussets, confesó su mágica receta para construir un Haikú, ese espíritu de la palabra silencio.
Habló largo con Ted Berrigan para la Paris Review, y contestó sus preguntas:
Cómo se escribe un haiku? ¿Un haiku? ¿Quiere escuchar un haiku? Verá, hay que comprimir en tres líneas breves una historia grande y extensa. Primero se empieza con una situación de haiku...
Entonces uno ve una hoja, como le dije a mi mujer la otra noche, que cae sobre las alas de un gorrión durante un terrible vendaval, en octubre. Una hoja grande se enreda en las alas de un gorrioncito. ¿Cómo se puede reducir eso a tres líneas? Bueno, en japonés hay que reducirlo a diecisiete sílabas. No tenemos que hacer eso en norteamericano –o inglés- porque no tenemos la misma estructura silábica que el idioma japonés. Así que podemos decir: Pequeño gorrión... no es necesario decir pequeño... todo el mundo sabe que un gorrión es pequeño... porque caen... así que podemos decir: Un gorrión con una hoja enorme sobre las alas: Vendaval. No, no es bueno. No sirve, lo repudio.Pequeño gorrión. Cuando, súbitamente, el viento Enreda una hoja de otoño en sus alas. Así me gusta más. No, es demasiado largo. ¿Ven? Ya es demasiado largo. Berrigan, ¿entiende lo que quiero decir?- Me parece que hay una palabra de más... Es el “cuando”, creo. ¿Qué le parece si sacamos el “cuando”? Mejor digamos: Un gorrión.Súbitamente, una hoja otoñal se enreda en sus alas. ¡Es el viento!Eso está muy bien. Creo que “cuando” era, efectivamente, la palabra que estaba de más. ¡Ahí tiene la idea correcta, O’ Hara! Un gorrión, una hoja de otoño, súbitamente... No tenemos la necesidad de decir “súbitamente”, ¿no le parece? Un gorrión. Una hoja otoñal se enreda en sus alas. ¡Es el viento! (Kerouac escribe la versión definitiva en un cuaderno de espiral)- “Súbitamente” es, precisamente, la clase de palabra que no necesitamos aquí. ¿Cuándo lo publique me incluirá en una nota al pie de página, diciendo que me hizo un par de preguntas al respecto? (Escribe) Mencionar a Berrigan. ¿Está bien así?.
Rolando Gabrielli©2007

No hay comentarios.: