lunes, noviembre 12, 2007

La poesía tiene casa en Londres


Nevermore
Paul Verlaine
Vamos, pobre corazón mío, vamos, mi viejo cómplice,
levanta otra vez y pinta todos tus arcos triunfales;
quema incienso rancio en tus altares de oro falso;
siembra de flores los bordes abiertos del precipicio;
¡vamos, pobre corazon mio, vamos, mi viejo cómplice!
Eleva a dios tu cántico, oh chantre rejuvenecido
entona, organo enronquecido, estupidos Te Deum;
anciano precoz, pon afeites sobre tus arrugas;
cubrete de tapiz morado, muro amarillento;
Eleva a Dios tu Cántico, oh chantre rejuvenecido.
¡Sonad, cascabeles; sonad, campanillas; sonad, campanas!
Porque mi sueño imposible ha tomado forma y yo la tengo
entre mis brazos ceñida: la Felicidad, esa alada
viajera que el hombre evita los acercamientos.
¡Sonad, cascabeles; sonad, campanillas;sonad, campanas!
La felicidad ah caminado codo a codo conmigo;
pero la FATALIDAD en absoluto conoce tregua:
el gusano esta en el fruto, el despertar en el sueño,
y el remodimiento está en el amor: tal es la ley.
La felicidad ha caminado codo a codo conmigo.

The Independent de Inglaterra ha dado una buena noticia para la poesía: tiene casa en Londres y se le debe a la preservación de una propiedad donde vivieron los poetas franceses Paul Verlaine y Arthur Rimbaud, en 1872. El rico mecenas británico Michaeo Corby adquirió la residencia ubicada en el barrio de Camden poco antes de ser rematada, posiblemente con fines inmobiliarios especualtivos. El nido de amor londinense de los poetas malditos se convertirá en Casa de los Poetas, un hecho insólito en un siglo donde la poesía se fue de bruces y no figura en los escaparates de las librerías, ni es titular de segunda en los periódicos. Rimbaud, poeta iluminado, abandonó la poesía a los 19 años y se fue a vivir su aventura africana. Verlaine, herido, despechado, con el abandono abrupto del adolescente Rimbaud, tuvo energías para perseguirlo hasta Bruselas y dispararle en una mano. Todo lo demás, a partir de ese acontecimiento, fue historia, misterio y mito de un poeta que se abandonó asimismo para reencontrarse. La influencia de Rimbaud es visible en la poesía del siglo XX, en Picasso, Joyce, Eliot, por citar a algunos consagrados que cambiaron el giro del arte, la pintura, novela y la poesía contemporánea.
A mediados de los sesenta, leíamos en Santiago de Chile a Rimbaud y Verlaine como condenados a muerte, aspirábamos en ellos la pajilla de la poesía, como un sólo oxígeno a nuestros pulmones. Era el descumbrimiento de una poesía mágica, deslumbrante, pulmonar, que tocaba todos nuestros sentidos. Nos recitábamos en los prados de la universidad El Barco ebrio, Vocales y Nevermore, de Verlaine, entre otros textos, porque en aquella época vivíamos, respirábamos, soñábamos poesía: nuestra mejor Temporada en el Infierno. ¿Rimbaud era un poeta de poetas? ¿Se había ido antes de tiempo en el hilo oscuro de la última noche? Sus biógrafos ponían el acento en el affaire con Verlaine, sus desencuentros con su madre y carácter de poeta maldito, que había llegado a comerciar con armas y esclavos en África. El mito se dibujaba en la noche africana. Rimbaud abandona la poesía cuando ya había cambiado indiscutiblemente la poesía moderna.Probablemente nunca le interesó hasta donde había llegado. Su aventura era otra: alcanzar, poseer una fortuna material. ¿Vendió el alma al Diablo, algunos se preguntan? Fue mercenario, fotógrafo, empleado de circo...es el Rimbaud que dibuja a trazos a veces delirantes, Charles Nicholl, en su libro Rimbaud en África. El poeta maldito rueda como una piedra sin destino.
Enrique Lihn, poeta chileno, escribió un poema que nos describe a un Rimbaud que abandonó el barco ebrio de la poesía por inútil y lo ironiza finalmente porque perdió la lengua, la palabra, a manos de la peste.
Rimbaud
Él botó esta basura
yo le envidio su no a este ejercicio
a esta masturbación desconsolada
Me importa un trueno la belleza
con su chancro
Ni la perversión ni la conversión interesan
No a la magia.
Si de siempre a la siempre decepcionante evidencia de lo que es
y que las palabras rasguñan, y eso
Le poetizo también
Este es un vicio al que solo se escapa como él
desdeñosamente y pudo,
en realidad, bloquearse en su neurosis
perder la lengua a manos de la peste
y ese no ser un sí a la lujuria de la peste
Por todos los caminos llego a lo impenetrable
a lo que sirve de nada
Poesía culpable quizás de lo que existe
Cuánta palabra en cada cosa
qué exceso de retórica hasta en la última hormiga
Pero en definitiva el botó esta basura
su sombrero feroz en el bosque.
Son dos poetas , Rimbaud y Verlaine, que abren puertas a la poseía del siglo XX, por eso, esta casa en Londres es una nueva morada para un reencuentro no sólo con ambos bardos, sino un lenguaje renovado para este siglo, símbolo de que la poesía no sólo existe, sino persiste. Jorge Luis Borges, dejo estos dos versos para la posteridad: "Hay una línea de Verlaine, que no volveré a recordar...No diré la noche y la la luna, sino Verlaine.
El Barco ebrio
Arthur Rimbaud
Al tiempo que bajaba por ríos impasibles,
Sentí que no me guiaban los hombres a la sirga:
Aullantes pieles rojas, tomándolos por blanco,
Los clavaron desnudos en postes de colores.
Portador de algodón inglés, trigo de Flandes,
Sin pena me tenían todos los tripulantes.
Cuando acabó aquel ruido a la par que mis hombres,
Me dejaron los Ríos marchar adonde quise.
Entre los chapoteos de la mar encrespada,
Yo, el invierno pasado, más sordo que el cerebro
De los niños… ¡bogaba! Penislas a la vela
Nunca experimentaron barullos más triunfantes.
La tempestad bendijo mi despertar marino.
Más ligero que un corcho bailé sobre las olas
(Eternas trajineras de víctimas las llaman),
¡Sin añorar, diez noches, a las bobas farolas!
Más dulce que manzanas agrillas para un niño,
Impregnó el agua verde mi cascarón de abeto
Y me lavó las manchas de tintorros y vómitos,
Dispersando el timón y el áncora de brazos.
Y desde entonces bogo inmerso en el Poema
De la mar, infundida de astros, lactescente,
Tragando verdes cielos por donde a veces baja,
Cuerpo arrobado y pálido, un muerto pensativo;
Donde, tiñendo súbitos azules, desvaríos
Y ritmos lentos bajo el rutilante día,
Más fuertes que el alcohol y más que nuestras liras,
¡Fermentan las amargas rojuras del amor!
Sé de cielos que rompen en rayos, y de trombas,
Resacas y corrientes; sé también del ocaso,
Del alba entusiasmada cual tribu de palomas,
¡He visto varias veces lo que ver cree el hombre!
¡Vi al sol poniente, sucio de místicos horrores,
Iluminando vastos coágulos violetas,
Y lejos, cual actrices de antiquísimos dramas,
Olas rodando al paso su temblor de postigos!
¡Soñé la verde noche de nieves deslumbradas,
Beso que asciende lento hasta los ojos mismos
Del mar, circulación de savias inauditas,
Y aviso azul y gualda de los cantantes fósforos!
¡He seguido por meses, como a piaras histéricas,
Embates de mareas contra los arrecifes,
Sin pensar que los pies de luz de las Marías
Domar pudieran morros asmáticos de Océanos!
¡Creánme que he tocado increíbles Floridas,
Donde ojos de pantera con piel de hombre a flores
Se mezclan! ¡Y arcos iris bajo el confín marino,
Tensados como bridas para glaucos rebaños!
¡He visto fermentar vastas marismas, nasas
En donde un Leviatán entre aulagas se pudre!
¡Avalanchas de aguas en medio de bonanzas,
Distancias que se abisman como las cataratas!
¡Soles de plata, heleros, alas de nácar, cielos
De brasa! ¡Horribles pecios engolfados en simas
Donde enormes serpientes, comidas por las chinches,
Con negro aroma caen desde torcidos árboles!
Quisiera haber mostrado a los niños doradas
De agua azul, esos peces de oro que salmodian.
–La espuma en flor meció mis salidas de rada
Y vientos inefables me alaron por instantes.
A veces, mártir harto de polos y de zonas,
La mar cuyo sollozo mi vaivén suavizaba,
Me subía, de amarillas ventosas, sus corolas
Brunas, y, cual mujer, de hinojos me quedaba...
Penisla que columpia en sus riberas guano
Y querellas de pájaros chillones de ojos rubios,
Yo navegaba, mientras por mis frágiles zunchos
¡Ahogados con sueño andaban para atrás!
Así, barco perdido entre pelo de ancones,
Lanzado por la tromba en el éter sin aves,
Yo, a quien acorazados o veleros del Hansa
No le hubieran salvado el casco ebrio de agua;
Libre, humeante, envuelto en brumazón violeta,
Yo, que horadaba el cielo rojizo como un muro
Que sostiene, jalea exquisita gustada
Por el poeta, líquenes de sol, muermos de azur;
Que corría empañado de lúnulas eléctricas,
Loca tabla escoltada por negros hipocampos,
Cuando julio derrumba, a grandes garrotazos,
Cielos ultramarinos en ardientes embudos;
Que temblaba al oír, gimiendo en lontananza,
Los Behemots en celo y los densos Maelstroms,
Hilandero perpetuo de quietudes azules,
¡La Europa de los viejos parapetos, yo añoro!
¡He visto siderales archipiélagos, islas
Cuyo cielo en delirio se abre al bogavante!
–¿Son noches abisales en que exiliado duermes,
Oh tú, Vigor futuro, millón de aves áureas?–
¡Cierto: mucho he llorado! El alba es dolorosa.
Toda luna es terrible, y todo sol, amargo.
El agrio amor me hinchó de embriagantes torpores:
¡Que mi quilla reviente! ¡Que me hunda en la mar!
Si algún agua de Europa deseo, ésa es la charca
Helada y negra donde en tardes perfumadas
Un niño encuclillado, hondo en tristezas, suelta
Un barquito muy frágil, mariposa de mayo...
No puedo, marejada, inmerso en tu apatía,
Escoltar ya el aguaje del barco algodonero,
Ni traspasar orgullos de banderas y grímpolas,
Ni nadar a la vista atroz de los pontones.

1 comentario:

enriquemoreno dijo...

Soy un adepto de Rimbaud y Verlaine, tambien de Tzara y otros revolucionarios del arte. He estado leyendo su blog y solo quiero solidarizarme con su aventura. Solo soy un neófito literato que empieza a escribir y ávido de que alguien me lea. Reciba un saludo.
enriquemoreno.
http://eltallerflotante.blogspot.com/