lunes, febrero 20, 2012

Carnaval, la fiesta sagrada de los pobres



Afirman los historiadores, conocedores, el vulgo en general, que es la voz del pueblo, que los carnavales son las únicas actividades que se toman en serio los panameños. Son cuatro días intensos de costa a costa y el istmo  vibra al ritmo de los culecos, tunas,  murgas, con sus reinas de la Calle de Arriba y Calle de  Abajo, el Rey Momo reina en quienes festejan hasta caer en el piso.  Es la fiesta de la carne y de los excesos corporales, pareciera  que a algunos se les saliera el "alma" del cuerpo, y dejaran todo en estos cuatro días de parranda sin  horarios. No hay tiempo en estas fechas, pareciera un solo Gran día largo que recorre de punta a punta a quienes se entregan al Dios Momo sin ningún tipo límites.
Los preparativos para algunos son todo el año, como ocurre en Las Tablas, una ciudad pintoresca en la zona  central del país, provincia  de Los Santos,  donde se realizan los carnavales màs visitados por nacionales y turistas, debido a sus carros alegóricos, vistosidad de trajes, picaresca popular, tradición artística de quienes se ocupan màs allà del jolgorio. Muchos empeñan sus televisores, componentes musicales, joyas, plasmas, porque el carnaval es una fecha sagrada. Literalmente   lanzan la casa y los bolsillos por la ventana, la gente muda de piel y de casa, miles se trasladan al interior del país en caravanas interminables y en cada pueblito de la carretera, culecos, la  tradicional mojadera. Una manera también de soportar los efectos del carnaval, calor, deshidratación, alcohol, falta de sueño, las energías se consumen hasta el final, porque después viene la Cuaresma que todo lo perdona, como en tiempos antiguos. Carnavale, es carne.
Casi el mundo entero celebra los carnavales, Brasil, es el lugar de la magia y belleza carnvalesca, pero en otros países  también sale a relucir el esplendor de la fantasía, el goce, la  fiesta y las màscaras.
Estos carnavales en Panamà tampoco se olvidarán por los conflictos que lo precedieron en la zona indigena, hasta pocas horas antes que el Rey Momo se apoderara del país al son de la rumba. Los indios, originarios, reclaman respeto de sus terriotorios ancentrales en sus comarcas y de los pactos realizados con el gobierno.
Pero el mundo, no deja de agitarse en medio de carnavales y amenazas, Irán e Israel, han subido un poco màs el tono y los preparativos para una posible guerra, que tendría otros actores, verdaderos pesos pesados nucleares, como Estados Unidos, Rusia, posiblemente China, Pakistán, Francia, etc...etc......
Este es otro tipo de carnaval, que juega con el destino de la humanidad. Hay una farándula del terror que enseña los dientes cada vez que puede, sin inmutarse.
El poder fàctico hoy se mira al espejo y aparecen  cientos de máscaras, ni el mismo se reconoce, camaleón por excelencia, cambia para verse como si fuera nuevo y alguien siempre lo descubre.
El carnaval es olvido de las penas del pueblo, una mudanza para seguir existiendo, la fiesta es un sueño donde todos son iguales, al menos por 96 horas ininterrumpidas, donde la realidad ha sido superada por esta fantasía del canto, la risa, la música, el baile,  la transformación, el alcohol, el vértigo y la fuga de los sentidos. La realidad siempre vuelve mañana. Se entierra la  sardina y el miércoles de ceniza  apaga la màs grande fiesta popular.
El saldo lo llevará cada uno en la piel. Algunos quedaron en la carretera o fueron apuñalados en riñas alcoholicas. Es  su último carnaval. Así es la vida, tiene los días contados. Mañana, porque el mañana existe, se instala la realidad con su cara de perro y la catarsis da paso al mundo real que se apodera con sus luces y sombras de lo que queda de ese espíritu fatigado, alegre, inconsciente, que retorna como una imagen en cámara lenta a los deberes y responsabilidades. De frente, el espejo real. Se cae la màscara. La liberación vuelve al centro del cuerpo y se acomoda a la fuerza muchas veces, se hace un hueco, para entrar por la puerta del próximo carnaval. En el carnaval se eliminan los malos recuerdos, se borra la vida  cotidiana y sus  demandas, las exigencias de los compromisos y de las jornadas agrias de la vida.  El duende de la libertad se escapa por la ventana del carnaval.  Se expulsa lo nocivo y  respira la  atmósfera informal del carnaval. Mañana es  otra realidad, una palabra que se difuminó en el carnaval, adquiere toda su intensidad. Mañana no es una palabra en el carnaval, las palabras son aqui y ahora, presente, instante. Todo lo fugaz es pasado y el carnaval no admite tiempo. El tiempo forma parte de una vida imprudente,/ la que se atiene a horarios, /fija agenda y calendarios/. Oh, realidad/ de dónde viene  tu realidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno el artìculo sobre el carnaval sinònimo de carne- ( no recordaba esa etimologìa). Lo pienso como una fiesta pagana, de catàrsis colectiva, de limpieza para afuera , en humahuaca suelen ser interesantes , en la montaña, dìas y dìas de sacar para afuera.