Hoy me encontré con una puesta de sol,
casi muriendo en el horizonte,
un verano persistentemente seco, caluroso y jovial,
me abrazó cuando llegaba frente al mar
y me deje llevar por su belleza mientras se escondía
detrás de la montaña y se reflejaba en el mar.
No osé sentarla en mis piernas e insultarla,
viejo Rimbaud, la poesía en sus luminosos hallazgos
de las imágenes y las palabras.
Mi propósito es que vuelva una de estas tardes
y en medio de los espejismos de la vida,
tan verdaderos como falsos,
tengamos un nuevo encuentro, donde la esperanza
sea el verdadero barco ebrio de la felicidad,
sin puerto alguno.
Rolando Gabrielli2024
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