Genocidio, qué
palabra terrorífica nos convoca esta época en el frenesí de la maldad y el
dulce encanto del espectáculo mortal, sin asco, ni vergüenza, que contempla
impávido el mundo, un tiempo que creíamos superado por la especie y aprendida
su lección. Leí en mi juventud, algo distraída, pero más parecida a lo idílico
complejo, al viejo Ezra Pound, inagotable maestro del verso libre, certero con
sus dardos verbales, poner en la superficie de las cosas importantes la palabra
Usura, sobre la mesa de la historia, sí, que vergüenza de palabra en toda
época, expresión reina de la codicia y ambición humana. El mundo nunca ha
dejado de asombrarse de sí mismo, ni de participar en el festín de la maldad
realmente ignorada. Digo genocidio, solo cinco vocales y cuatro consonantes, y
una multitud de cadáveres se levanta a abrazarme y a contar su triste historia,
de niños, mujeres, ancianos, aniquilados por la vergüenza de todos nosotros
asombrados ante el espanto.
Rolando Gabrielli2025

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