Grecia, tus pilares
no alcanzan
para sostenerme.
Occidente se hunde
bajo mis pies,
Oh necrópolis,
no debí nacer,
debí morir
antes de conocerte.
Me hundo
bajo los párpados
de tus profundos cimientos de papel,
bajo los párpados hinchados de la historia.
Oh, nichos de oro
y luz,
qué vieja se ha puesto
mi poesía.
Los huesos sagrados
de un verbo inútil,
no sé que reclama a tus dioses.
Afloran los muertos,
estamos vivos
para continuar la historia
con nuestros cadáveres.
El cuerpo enarbola su bandera,
por fin, solitaria.
Rolando Gabrielli©2006
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