viernes, noviembre 30, 2007

La soledad de Ingrid Betancourt o el cansancio de Colombia




Colombia, uno de los países más ricos de la tierra, está en una guerra fraticida, la perversión más elevada quizás de la autodestrucción humana, desde hace medio siglo y nada indica que el conflicto haya encontrado una puerta de salida. Las razones de la sinrazón son tan vastas como la inmensidad geográfica colombiana. La violencia ha pasado a formar parte de la vida rutinaria y se ha transformado casi en una carta de presentación social. Las cifras de la muerte, terror, crimen, asesinatos, son ya históricas: mil dirigentes políticos y partidiarios fueron borrados de la escena democrática en un instante de la vida nacional...y etc. etc...
Me detengo en el rostro de Ingrid Betancourt que no quiere o no puede alzar sus hermosos ojos que deben estar en su interior llenos de esperanza por Colombia. Es una imagen revelada de un video secuestrado a la guerrilla (FARC), que comprueba felizmente que ha sobrevivido al secuestro que sufre desde febrero del 2002, en algún lugar de la selva colombiana. Su rostro, tallado por la privación de su libertad, el dolor que produce el aislamiento y separación de sus seres queridos, es un mensaje que nos ahorra todo tipo de comentarios. El mundo reclama por su liberación como la de otros secuestrados. Ingrid Betancourt es una mujer valiente, inteligente, que ama a Colombia y tuvo el coraje de presentarse a la presidencia de la república en medio de la guerra.
De acuerdo con las negociaciones que se estaban realizando entorno a sus liberación junto a la de los demás secuestrados, a lo que ha dicho su familia y ante estas pruebas de vida, existe una clara esperanza para que se llegue a un feliz término e Ingrid Betancourt con los demás secuestrados retornen a la vida normal. Esperemos que la ruptura entre el mediador de Venezuela y el presidente de Colombia, como la obtención de los videos y otros materiales a travéz de la detención de los guerrilleros del frente urbano de las FARC, no compliquen o frustren estas delicadas negociaciones.. Rolando Gabrielli©2007
Posterior a esta nota, la prensa colombiana reveló una carta de Ingrid Betancourt a su madre como prueba de vida, estos son algunos fragmentos: "Estoy mal físicamente. No he vuelto a comer, el apetito se me bloqueó, el pelo se me cae en grandes cantidades.Este es un momento muy duro para mí. Piden pruebas de supervivencia a quemarropa y aquí estoy escribiéndote mi alma tendida sobre este papel. Estoy mal físicamente. No he vuelto a comer, el apetito se me bloqueó, el pelo se me cae en grandes cantidades.No tengo ganas de nada. Creo que eso es lo único que está bien, no tengo ganas de nada porque aquí en esta selva la única respuesta a todo es 'no'. Es mejor, entonces, no querer nada para quedar libre al menos de deseos. Hace 3 años estoy pidiendo un diccionario enciclopédico para leer algo, aprender algo, mantener la curiosidad intelectual viva. Sigo esperando que al menos por compasión me faciliten uno, pero es mejor no pensar en eso. Como te decía, la vida aquí no es vida, es un desperdicio lúgubre de tiempo. Vivo o sobrevivo en una hamaca tendida entre dos palos, cubierta con un mosquitero y con una carpa encima, que oficia de techo, con lo cual puedo pensar que tengo una casa. Tengo una repisa donde pongo mi equipo, es decir, el morral con la ropa y la Biblia que es mi único lujo. Todo listo para salir corriendo. Aquí nada es propio, nada dura, la incertidumbre y la precariedad son la única constante. En cualquier momento dan la orden de empacar y duerme uno en cualquier hueco, tendido en cualquier sitio, como cualquier animal (...) Me sudan las manos y se me nubla la mente y termino haciendo las cosas dos veces más despacio que lo normal. Las marchas son un calvario porque mi equipo es muy pesado y no puedo con él (...) Pero todo es estresante, se pierden mis cosas o me las quitan, como el bluyin que Mela (Mélani) me había regalado en Navidad, con el que me cogieron. Lo único que he podido salvar es la chaqueta, ha sido una bendición, porque las noches son heladas y no he tenido más que echarme encima.Antes disfrutaba cada baño en el río. Como soy la única mujer del grupo, me toca prácticamente vestida: shorts, brasier, camiseta, botas. Antes me gustaba nadar en el río hoy ni siquiera tengo alientos para eso. Estoy débil, friolenta, parezco un gato acercándose al agua. Yo que tanto he adorado el agua, ni me reconozco. (...) Pero desde que separaron los grupos no he tenido ni el interés ni la energía para hacer nada. Hago algo de estiramiento porque el estrés me bloquea el cuello y duele mucho. Durante muchos años he pensado que mientras esté viva, mientras siga respirando, tengo que seguir albergando la esperanza. Ya no tengo las mismas fuerzas, ya me cuesta mucho trabajo seguir creyendo, pero quería que sientan que lo que han hecho por nosotros marca la diferencia. Nos hemos sentido seres humanos (...).
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La selva tiene un universo y vida propia. Es íntima e intimida. Su secreto está en compartir el silencio, el cuerpo cerrado de su paisaje, la respiración húmeda, la luz que la ilumina y da vida. Desplazarse en un mundo de persianas ciegas que hablan un mismo idioma al alba o recitar el monólogo de una estrofa de agua, es dar los primeros pasos en una selva. Se nace niño y en la selva esta convicción disparada desde el ombligo, sólo tiene continuidad, un privilegio del no tiempo. La selva como una aventura es un privilegio. Vivir la jungla, la manigua, protegido sólo por el propio silencio, desnudo, asaltado no por el asombro, sino la incertidumbre, es abandonar la piel y el cuerpo a la sombra espesa del olvido de sí mismo.
No vivo en París, sino frente a la selva, en una ciudad aún verde. La ciudad sigue respirando en su pulso contra el cemento y el vidrio que cree detener el sol. La humedad traspasa la noche y las paredes. He cruzado la carretera y me he internado en la selva, y siento que alguien va respirando a mi lado. El verde tiene esa presencia que no deja más espacio que para la naturaleza. En la noche la selva es oscura y no tiene amigos.

1 comentario:

atlanticosud dijo...

si
que mujer!
Dios mío, se me eriza la piel....