martes, septiembre 13, 2022

El viento de la primavera

 I.

Oye, 

què dirà  el Señor Kafka, 

si el viento de la primavera cae

de cùbito dorsal 

sobre la  Zona Cero 

en la bella Manhattan y  la bolsa de WS 

se hincha como un gran sapo,

croac, croac, croac.

Este mundo es un  pantano

-me dices-

suenan invisibles las doradas monedas

de la prosperidad, esquivas,

con sus dos caras ocultas

que duplican un mismo rostro,

irresistibles ruedan sobre la mano avara

que sabrá multiplicarlas en su altar. 

El mundo no está para bromas,

sonríes y crees en un mejor  tiempo 

en el estricto orden de los días

y ves en los nubarrones que nada

bueno presagian, nada.

II.

Què desastre, què terror 

no aprender de las palomas

que cagan y vuelan inocentes 

por la ciudad temblando sus alas

como papeles sin aire

y saben ignorar la tentación

de una guerra nuclear. 

No esperemos una crisis màs,

vayamos  al Oràculo de Delfos

sin tardar, amor, 

alguien debe ver por nosotros,

el futuro que no nos caerá del cielo,

como si despertáramos una mañana

sin más noticias  que ver

pasar falsos titulares,

como un cancionero pasado de moda

que repite en su mantra matinal

un locutor de turno escogido al azar.

 III.

Musa, si quieres conocer mi nueva poesía,

las palabras  que en tus raíces

nacen y traías, con todo el asombro

de sus verbos, vocales y consonantes,

las que ahora te vuelven a nombrar y convocan,

como lo hicieran tantas veces.

Esta es mi señal aquí y ahora en el poema

que escribes con mis palabras y yo leo

sin saber que el futuro reescribe el pasado

y el presente no lo olvida.

 IV.

La primavera está donde tú estás,

ni siquiera lo volveré a preguntar,

aquí la lluvia es la estación

sin tiempo ni lugar, 

que tan bien conoces.

Es cierto, el paisaje se distrae,

confunde aún detrás del ventanal,

siento que  va en un cortejo

al país de la lluvia.

Rolando Gabrielli 2022

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