Es hoy,
inevitablemente
el día se refleja casual
en un calendario
de peluquería.
No es más
que eso,
un presente inmóvil,
filosóficamente hablando,
algo
patéticamente ordinario
y si buscas
un poco de asombro,
traza tu
propia fórmula
en la
pizarra negra de esta mañana
y no eres
precisamente
el mejor
alumno de la clase,
improvisas
unas cuantas estrofas,
un par de
anécdotas repetidas,
algo de
historia mal digerida,
poesía pasada de moda.
Ya vez,
nada brillante,
porque el
día esconde
sus mejores
cartas
al azar, a
lo inesperado,
al viento
que sopla del mar
su brisa de
un verano tardío,
que arde en
nuestra memoria
y nadie se
mueve para decir
lo
contrario.
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