Parece un árbol al que le han pasado por encima los otoños de todos los tiempos y en sus ramas mutiladas nos gritara de viva voz, que el cambio climático es una realidad, y que el telón de fondo del follaje verde no es más que la pintura que intenta reemplazar a la inexistente naturaleza.
La escena, llena de curiosos, ocurre en Hornsey Road, la calle de Finsbury Park, al norte de Londres, y el grafiti es obra del enigmático Banksy, y los vecinos y paseantes se inmortalizan en un estallido de selfies, que inundarán las redes con las imágenes que reflejan nuestro fracaso como especie... Oh, humanos/ la tierra/no comparte/ tu ambición/desmedida/pon atención/a los signos/ de los nuevos/tiempos.
El árbol está enfermo, herido por la modernidad, el mercado, el consumo, y ahí está la presencia de un curandero, presto a desinfectarlo de los hongos, curarlo del abandono. Y como no vivimos aislados de la realidad, de la suma que somos, en un mundo cuyo espíritu es socavado por la violencia, la estupidez, banalidad, indiferencia, la tontería en todos sus grados y vileza, la obra ya fue vandalizada por algunos miembros del club de los idiotas.
Somos el siglo/de los carneros/que suben las montañas/no para alcanzar las estrellas/sino arrojarnos a los abismos.
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