Efraín, el poeta milagroso,
iba de pueblo en pueblo
recitando poemas
en las plazas públicas,
a la salida de las iglesias,
en bares y casas
de dudosa reputación.
Su palabra era una suerte
de sermón terapéutico,
una energía inclasificable,
absolutamente sanadora.
El loco del pueblo rejuvenecía,
la viuda del pueblo renovaba
su vestuario,
la bella paseaba su belleza
como un soneto encantado.
Nada era lo mismo,
ni sería igual,
Efraín deslumbraba
con el irresistible sonido
de sus palabras.
Rolando Gabrielli2025
Efraín, the miraculous poet,
went from town to town
reciting poems
in public squares,
outside churches,
in bars and houses
of questionable repute.
His words were a kind
of therapeutic sermon,
an unclassifiable energy,
utterly healing.
The village madman grew younger,
the town widow renewed
her wardrobe,
the beautiful woman flaunted her beauty
like an enchanted sonnet.
Nothing was the same,
nor would it ever be,
Efraín dazzled
with the irresistible sound
of his words.
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