Muchos comentaban hasta hace muy poco que con Oscar Niemeyer ya se había agotado la grandeza, el estilo, innovación de la arquitectura brasileña. El arquitecto de la moderna Brasilia y de numerosos proyectos en Europa y Estados Unidos, Niemeyer marcó un hito con su arquitectura monumental adecuada al medio ambiente, a lo largo del siglo XX. Próximo a cumplir 100 años, ha sido un constante renovador y ha animado una estética arquitectónica con un nuevo lenguaje en casi 70 años de ejercicio continuo. El reconocimiento que acaba de recibir Paulo Mendes, al ganar el Premio Pritzker de arquitectura 2006, que es el Nobel en esa especialidad, vuelve a poner a Brasil en la cima de la ciencia-arte y nos recuerda al mago mayor, Oscar Niemeyer, quien lo obtuviera hace 18 años. "Sus obras de hormigón de estilo propio y sus métodos sencillos de construcción han logrado crear unos edificios con fuerza e internacionalmente reconocidos, destacaron los miembros del prestigioso premio. La arquitectura ha derrumbado las fronteras y los arquitectos que señalan los nuevos rumbos con la creación de sus megaproyectos iconos de las ciudades más internacionales, trabajan en cualquier punto de la geografía global sin límites de espacio, como lo viene haciendo Mendes junto con Calatrava, Piano, Foster, Mayne o Zaha Hadid. Mendes, quien diseñó el Museo brasileño de Escultura, en 1988, concluyó recientemente una serie de viviendas de protección oficial en Madrid y actualmente construye un conjunto edificios para la Universidad de Vigo. Según Thomas J. Pritzker, presidente de la Fundación Hyatt, que otorga el famoso lauro, Mendes ha demostrado "una comprensión profunda del espacio y de la escala con la gran variedad de edificios que ha diseñado, como complejos residenciales, residencias privadas, una iglesia, un estadio deportivo o una plaza pública". Pritzker no ha escatimado elogios para la obra de Mendes, cuyas lecciones se pueden aprender de su trabajo, como arquitecto y como profesor, son universales, aunque gran parte de su obra se desarrolle en Brasil. Lord Palumbo, presidente del jurado, dijo que Mendes da Rocha "lleva el ritmo alegre de Brasil a su trabajo y nunca se ha amedrentado a la hora de innovar o de acarrear riesgos, con opciones dignas".
La arquitectura es la piel de la ciudad todos la poseemos, palpamos y nos pertenece. En este sitio, guste o no, realizamos desde los pequeños actos cotidianos, la rutina diario de la casa al trabajo, los intercambios sociales más insignificantes como las utopías que también soñamos. Nos colgamos diariamente de la ciudad, somos su reflejo, pasos, la voz acumulada en sus buses, calles, pasillos, la espera frente a un semáforo, el tránsito de todo cuanto ocurre con nosotros o en ausencia, el primer paso al alba y el otro que cierra la noche.
Mendes comenzó sus trabajos hace más de medio siglo, un vanguardista en Sao Paulo de la Escuela Paulista y su filosofía ha sido realizar una arquitectura socialmente responsable y a escala humana. Una práctica difícil de implementar y defender en la realidad, ante proyectos devastadores de ciudades, ausencia de planificacón en las metrópolis de nuestros países hambrientos de espacio edificados, viviendas, carreteras, infraestructura y de copiar esos megaproyectos de los países industrializados que muchas veces aislan a nuestras comunidades en vez de insertarlas en un proceso de verdadera comunicación urbana. Entre sus trabajos más conocidos destacan el centro cultural FIESP (1996) y la tienda de muebles Forma en Sao Paulo (1987), considerada como un icono. El 2000 el Premio Mies van der Rohe de Arquitectura Latinoamericana por su reforma y adaptación del Edificio de la Pinacoteca del Estado de Sao Paulo.
Mendes da Rocha es un poeta de la ciudad moderna y ha dicho : el grado de civilización de un pueblo no se mide, hoy en día, 'por sus monumentos o palacios, sino por cómo son sus casas, y por consecuencia la ciudad'. Estamos viviendo una gran decadencia con exacerbación de los aspectos exteriores, en construcciones que siempre son las mismas'. Da Rocha siempre ha mostrado un rechazo hacia 'los arquitectos-estrella', al considerar que lo importante 'no son los arquitectos, sino la arquitectura entendida como una forma peculiar de conocimiento que envuelve todas las disciplinas, pero no en cantidad sino en cualidad. La particularidad de los proyectos son las necesidades humanas'.'La simple naturaleza no nos ampara directamente, tenemos que transformarla ''no hay consciencia sin la necesidad de inventar' y es necesario asumir 'la responsabilidad de soñar que tenemos, ya que somos agentes de la naturaleza', de una naturaleza que no es estable 'pero las cosas construidas son discursos para poder continuar'.'Hay que obligar a la naturaleza a que nos revele sus secretos'. La arquitectura primera y primordial es la geografía, reafirma Mendes. Para él igue siendo vital, la economía de los materiales, las líneas geométricas puras, el respeto al contexto social e histórico. Hadicho en algunas ocasiones que la arquitectura debería ser "la transformación de la naturaleza, una total fusión de la ciencia, el arte y la tecnología en una sublime declaración de la dignidad humana".
Esta es parte de la filosofía de su estética y principios arquitectónicos, pero ciertamente, nuestras ciudades en buena medida son un caos y algunas han comenzado a colapsar por sus deterioradas infraestructuras, que muchas veces conforman una telaraña de desamparo para el habitante común y corriente. La ciudad está a la espera de una transformación, un nuevo orden, de mejores servicios, de una atención que la haga más vivible, placentera, funcional, segura. es una gran tarea pendiente para el Estado y los arquitectos, para el ciudadano común y las entidades que brindan servicios. La ciudad no es un estanco, no puede estar detrás de una empalizada o muro la felicidad, así reducida a unas cuantas calles. La ciudad ghetto debe dar paso a la ciudad integrada, alegre, intercomunicada, con espacio público, donde el peatón disfrute, se sienta seguro y aprecie su ciudad, el espacio que le pertenece.
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En las gráficas que ilustran la arquitectura de Mendes da Rocha.
Paulistano Athletic Club, Anfiteatro del Museo de la Cultura de Brasil, San Paulo, Capilla de San Pedro
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