martes, febrero 13, 2007

La Fama de un Cronopio



Un hombre alto con cara de Sur,
una escalera al cielo
Un Cronopio que no buscaba la fama
Un guionista fantasma frente al espejo
Un jugador que perseguía vanamente la derrota del azar,
con el mismo azar en el infinito de las cosas
Un Quijote latinoamericano con acento francés
Un boxeador silencioso de la palabra
Un jazzista que sopla la noche y caen estrellas de sus muñecas
Un escritor siempre del lado de acá
Un innovador que subía y bajaba del cielo sin escalera
Ulises de la autopista, que Penélope tejía y destejía,
Un día de lluvia en París y lo esperaba en una gasolinera.
Un pasajero de La Habana sin tiempo
Un argentino con puerto definido en el Sur (de los sueños)
Rolando Gabrielli©2007
Nos hace falta Julio Cortázar. Lo sabemos hace 23 años. Fue en París. Ciudadano de aquí y allá, pero siempre defendiendo el Sur. Se identificaba con sus colores. Escritor lúdico y lúcido. Le encontró la gracia a la palabra y nunca pensó que lo fantástico dejaba de ser real. Fue hombre de compromisos, aunque nunca abandonó su mano a mano con la literatura y la palabra. Se mantuvo en la coyuntura política visitando los lugares y opinando continuamente en el debate internacional. J.C., pedaleó, buceó y no huyó de la fantástica realidad que creó y la que sucedía alrededor del mundo. Bestiario, Rayuela, Las Armas Secretas y sus Cronopios y Famas, pusieron a Cortázar en el escenario del Boom de la literatura latinoamericana, pero él antiguo profesor de Mendoza, Argentina, no se inmutó y siguió escribiendo, participando en foros, en la polémica y crítica literaria, viajando: haciendo su trabajo de escritor presente.
Fue el primero en descubrir la novela Paradiso del poeta cubano José Lezama Lima, obra muy cuestinada, mal leída y comprendida dentro y fuera de Cuba. Cuarenta años después de la primera edición, Paradiso es reivindicada junto a su autor, en la Feria Interancional del Libro de Cuba, por el poeta César López, con la anuencia oficial. Son las largas batallas cumplidas y ganadas, de la honestidad y visión crítica de Julio Cortázar. Lezama dice en el primer prólogo de la edición cuba de Rayuela, 1963, destruye un espacio para construir uno nuevo. decapita el tiempo, para que el tiempo salga con otra cabeza.
Cortázar debatió, participó, dijo, re-descubrió (recreó América latina) Argentina desde París y nos dejó claro que se podía estar en ninguna parte para escribir la mejor y más auténtica literatura de su tiempo. Rayuela fue una Biblia en las universidades en la década de los sesenta, y su inolvidabe y emblemático personaje femenino, la Maga, traspasó las venas de una juventud que se identificó con su talante, manera de enfrentar el día a día, la vida, y respiró también el oxígeno de Talita, Oliveira y el caos-integrador Rayuela. Rolando Gabrielli©2007