J. Denver no aplazó la fecha un día más. Consideró suficiente el tiempo pasado. Dos o tres nubes ligeras no pueden cambiar un paisaje, pensó. Inevitable descenlace, dijo. Él o yo, sostuvo la frase en un pulso imaginario. Una decisión equivalente ante un juez. Sólo un amigo verdadero cumple con su palabra, volvió a pensar como en algo posible.
La casa estaba vacía y asimismo sintió la ciudad. La tarde se veía limpia, despejada, sin compromiso. -Mejor, asintió con la cabeza. Nadie saldrá lastimado. Vestía como un día cotidiano, bluejeans y una camisilla roja, sin cuello, de tres botones.
El patio era un buen sitio. A esa hora caerían algunas sombras. El crepúsculo recrea su propio yo. Es un estado psicológico del tiempo. A esa hora nadie se aproximaría para interrumpir el acto.
Reivindicación tardía, volvió a pensar y se frenó. Cábala personal, volvió a asentir con la cabeza.
Sí, no era sólo cumplirle al finao K. La historia ya había jugado esa opción innecesaria. La deuda era personal, consigo mismo.
Llamó a la imprenta y le dijo: proceda.
Rolando Gabrielli©2007
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