lunes, julio 30, 2007

Bergman, la última metáfora


Ha partido I. Bergman después de habernos empujado por el laberinto de la vida. Nos puso a jugar ajedrez con la muerte. Se sentía un niño que nos realizaba la película de sus sueños, tormentos, dudas, el paisaje menos lineal de la vida. El desamor, el amor, la soledad, dios, todo lo que es posible sentir, vivir y ver naufragar en una isla personal en silencio. Un pequeño dios de la atmósfera y la imagen poética, hizo que respiráramos a lo Bergman.
La incomunicación de la pareja fue uno de sus temas centrales, el complejo de culpa, ahí puso alma y fuego, la pureza del dolor, el sello Bergman.
Se había retirado hacía poco más de una década a las Islas de Feroes, en el Mar Bático, escenario de varias de sus películas, un lugar erosionado, volcánico, desgastado.
Un dulce animal visceral cinematográfico, con su puerta abierta a un escenario en crisis, pero nunca indiferente.
Su pasión, mundo, fue la imagen, el silencio más que la palabra. "Abusó" de la retórica de una atmósfera asfixiante, densa, ganada al silencio, arrastrada casi al mismo vacío de la impotencia, y ahí era cuando más expresaba su yo.
Un mundo sin palabras no es posible, aunque hoy se privilegie la imagen.En las épocas más oscuras de la humanidad se ha privilegiado más la imagen, sin duda,aunque lo que hace el sueco es cine,un fetiche artístico emocional. La palabra es de alguna manera la reafirmación de lo que no se puede decir de otra manera, ese algo que supera el silencio, y que requiere sumarlo.
Bergman perdió a dios antes de los 10 años a manos de su severo padre, un pastor luterano. En sus filmaciones está esa búsqueda no encontrada, el sigilo de las espadas que duermen en su propio filo.
Autor de clásicos, como Persona, El Séptimo Sello, Gritos y susurros, Escenas de la vida conyugal, jugó en los abismos de los sentidos, en la poética del "infierno" compartido del amor posible, con sus imágenes, enigmas y palabras.
Bergman muere
con los ojos abiertos
en una Isla
y las negras
mueven por última vez.
Rolando Gabrielli©2007

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