La lengua es todo lo que tiene el poema, es decir, la palabra propia, el Verbo que nace con uno. Un mal texto en español como lengua madre, en inglés puede resultar un torniquete medieval a la imaginación del lector, al placer de la palabra. La lengua es un pasaporte, el lugar común de uno mismo. Se habla , dice, comunica con una atmósfera identificada en si misma. Lengua, santo y seña de la Tribu, la comunidad. Voz es lo que nos queda apagada a veces en sordina, pero la palabra permanece con toda su afonía. Babel nos perdona todo, menos no usar nuestra lengua. El idioma no se acaba, el viento seguirá meciendo las palabras a uno y otro lado. La palabra suele ser muda razón del verbo y mientras más calla, su intensidad termina por imponerse. Atmósfera del silencio para cada palabra reina en el tablero de ajedrez. Babel, sólo háblame.
Rolando Gabrielli©2007
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