lunes, diciembre 31, 2007

Como si un caracol nos escuchara...






























Poesía,
inútil sombrero,
talismán, pedestal de palomas
y nubes,
me haces falta esta noche
de fin de año,
blanca glacial.
Podríamos estar bebiendo
una copa al otro lado
de algún lugar,
el revés de Alicia
en un espejo que multiplicara
nuestros deseos.
Camarero, champagne
para dos y revivir las burbujas
en la memoria.
Tomo nota en una servilleta
frente al mar ante mis deseos,
el tiempo es de una exactitud
que dejo mis palabras para otra ocasión.
La realidad contagia
con más realidad.
Este ha sido un año
de ilustres cadáveres desfilando,
estrellas fugaces
de un firmamento sepultado bajo tierra.
Me miro a un espejo
y el vidrio sostiene una imagen
que quisiera conocer.
¿Y si no soy yo, me pregunto, quién?
Pasa una nube en diciembre
como si me tocara un hombro
y ascendiéramos en un tobogán
al cielo más ligeros que la luz,
sobre la ciudad de los rascacielos
o arriba de estas pobres casas descoloridas
con sus balcones a punto de desplomarse.
¿Qué pienso?,
que la noche sería perfecta si te rieras
a mi lado
y nos fuéramos en un submarino amarillo
lleno de carcajadas.
Soy de la época de los Beatles y de Dean Reed,
el Elvys Presley de la RDA
que nació en Colorado
y murió frente a un lago.
No me arrepiento de haber rayado un muro
alguna vez.
Las consignas nunca fueron
mi pasión o las marcas registradas.
La idea del mundo devorado
por los pájaros de Hitchcock
apasiona a los que no creen
en el paraíso.
La flora y la fauna espera
un nuevo manifiesto
bajo las aguas de Venecia.
Me asombra ver puentes
después del diluvio
y sentir el resplandor del sol
cuando atravieso la calle
un 31 de diciembre del 2007.
He conversado casi sólo con extranjeros,
no sé de que me asombro,
yo mismo,
Nubdigili, Dédalo de río en kuna
y su amigo William Vong,
un grupo de chinos que hablan
si estuvieran detrás de la Gran Muralla,
los griegos ríen y las que usan burkas
son el misterio del atardecer,
la fe que mueve montañas se ve
detrás de sus ojos que no se ven,
hindúes de blanco rezados de Bombay
conversan entre ellos y caminan
con el pasado luminoso de sus sandalias,
los judíos pasan en parejas,
Oriente y Occidente en un solo candado,
El mundo necesita un oído de caracol
donde el tiempo oscuro se pierda
en su laberinto y el ruidoso mar
cuente sus secretos.
...En un puerto donde el tiempo
mece sus velas yo recuerdo
a viajeros y muertos.
Sobre la bahía sé quien regresa
o parte al horizonte más lejano.
El mundo tiene más mar
que viento, pero mucho más tempestades.
Las metáforas sólo adornan los muertos.
El caracol que se escucha asímismo,
produce más silencio.
rolando gabrielli©2007







4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues mil gracias por tan interesante poema Sr. Gabrielli!!!

Es un honor ser inspiración y personaje en una de sus obras!!

Feliz y provechoso año 2008!!!

Anónimo dijo...

Bellas letras que se mecen en el nuevo calendario,empujadas por los fuegos artificiales que ascienden con ellas al blog.buen año Rolando.S.L.B

atlanticosud dijo...

me gustó eh!
ejem desde la Patagonia,

Anónimo dijo...

solo una critica y pregunta a la vez.¿por que sueles dibujar las bellas imagenes encima?