Desnudas palabra, el poema,
y abrazas en mi historia tu tiempo.
A pie de página sigo orando,
en tu altar no se me prohíbe nada,
limpio en la luz y en la oscuridad,
comulgo y me confieso en un hondo pozo
de lágrimas y fuego,
ante tus largas piernas,
sólo un devoto.
Rolando Gabrielli©2007
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