domingo, diciembre 16, 2007

Dime qué lees...




Dime qué lees y te diré quien eres. El 2007 no tiene vuelta de hojas o ya pasó la mayoría de ellas. Los grandes medios, la crítica internacional, los escritores, blogs, en fin, han hecho su recuento para este año. Algunos se han encerrado en una literatura nacional, otros piensan que el arte y la lectura le pertenecen a Babel. La capital de la palabra está en uno mismo. En los escaparates de la crítica alumbran los Best Seller, los escritores “exitosos”, escogidos, elegidos por las editoriales y sus agentes. (Qué palabra policíaca, no) La mayoría de estos agentes parecieran encubiertos. En este muestrario de tienda de las palabras, no figura la poesía, arte menor, trofeo de las noches de insomnio, reliquia romántica, sirvienta de un ocio mayor, paginita adolescente deslumbrante, primer borrador de todo acto literario que se estime. Durante 12 meses calendario el aparatick publicitario del mercado se pronunció, guió, propuso y rayó la cancha del mercado.
La novela sigue en su altar de diva junto a los libros mágicos y las dietas de autoestima. No existen iconos literarios, monjes rusos, poetas malditos, gurus bíblicos, caballeros templarios de la palabra, guerreros de los foros, dioses del alma olvidada en el paraíso perdido que puede ser el infierno cercano. No hay superhombres literarios, sino las figuras que crea el mercado y quizás cuantas novelas o libros de poesía estén sepultados por no ser leídos o recibidos por los dueños del mercado. Pocas veces, quizás única en la historia, en tiempos de tanta información, el lector se ha sentido más secuestrado o ignorado en sus intereses reales. Muchos no se han dado cuenta, ni cuenta quieren darse.
Las listas son más útiles para estas fechas de regalo y recomendaciones. Varias personas me han pedido sugerencias aquí en los drugstore y librerías de Panamá. Temo no poder complacerlas con mis gustos y lo débil del mercado en sus ofertas. Pero aun está el gesto de sorprender al otro con la palabra y la aventura de la imaginación.
A mí me sorprenden las palabras y opiniones de la estrella de la crítica alemana, Mercedes Bunz, casi un mercedes de paquete, cuando dice lo que puede ser cierto pero no por ello menos falso. Le preguntan a esta mujer todo terreno:–¿Cuáles fueron las razones que originaron el cruce de géneros y estilos en estos tiempos? Y responde:
“–Creo que hay dos razones principales. La primera es que ya no podemos inventar nada realmente nuevo. El tiempo de lo original, del genio, ya ha pasado. Pero eso no significa que no salgan nuevas cosas, sólo que evolucionan de un modo diferente. En mezclar las cosas, en fusionarlas. En segundo lugar, vivimos en un mundo digital, de copy and paste. La tecnología de la digitalización hace bastante fácil samplear cultura. En el cruce de estilos y géneros se refleja esta tecnología. Y al samplear y mezclar viejos estilos, si la mezcla es realmente buena, se convierte en estilos nuevos.”
¿No se puede inventar nada realmente nuevo? La poesía siempre estuvo escrita, los mismos viejos temas del amor, la política, la vida y la muerte, la naturaleza etc. Pero los poetas han seguido innovando en el lenguaje. Jorge Luis Borges es producto de la Enciclopedia Británica, las sagas nórdicas, los maestros ingleses, de todas las lecturas que devoró y sobre todo, del Otro Borges, el mismo, ese que vivía por y en Buenos Aires. Borges no disfrutó Internet y de la mediocridad global, pero se plagió asimismo. El copy and paste es el fenómeno de la sociedad mediocre global, que se repite no sólo en el arte, sino en todas las malas artes de la vida estudiantil y profesional. Internet hace las tareas por mí. La tecnología de la digitalización es una cosa y el cerebro otro, como la creatividad, imaginación y los conocimientos que proporcionan las lecturas. Se mezcla en música, en la novela, poesía, pintura y también frente a una pared. Sin Internet no podría monologar con este Mercedes Benz de la critica alemana, una berlinesa que procesa utopías, digiere nuestra época, sirve su mesa con todos los ingredientes digitales revueltos. Y en su utopía verbal, Mercedes Bunz, pareciera que saltamos de un mundo de almanaques a uno digital, donde la incertidumbre es moneda corriente. Sin duda hoy interesa menos el árbol genealógico de la vida familiar, porque separarse y olvidarse es un signo de estos tiempos. Tiempos del borrón y cuenta nueva. Hace falta deslizarse en la pista de hielo con más creatividad y riesgo, menos tecnología tal vez, más de lo que sabemos hacer desde las cavernas.
Es un nuevo mundo de pasarelas, videos, games, pantalla y pantallazos, diversión en sordina, imágenes, movimiento, estar en algún lugar, pero estar en el zumbido de la ola que va y viene bajo el cristal roto de la eternidad. El tiempo que es roca, pasa, sucede. La literatura como la conocemos y seguiremos inventando, continuará existiendo, porque la palabra fue antes que la moneda y es memoria. La última palabra no será fin, sino comienzo, volver a empezar. El ranking de los más exitosos, leídos, vendidos, ya ha sido divulgado y cada lector debe sacar sus propias conclusiones. Qué leyó, por qué y si fue una buena e interesante e- lección para él. Lecturas que abrirán puertas en un futuro a la memoria o pasarán de largo por el pasillo del olvido. ¿La palabra devora el presente? Sigamos la aventura. Yo he escogido mis propias lecturas y relecturas. Kafka en la orilla de Harakuri Murakami; La Universidad desconocida de Roberto Bolaño; La virgen de los sicarios y La Puta de Babilonia de Fernando Vallejo; Mi hermana Frida de Bárbara Mujica, Borges de Adolfo Bioy Casares; Estrella distante, Roberto Bolaño; Historia de Cronopios y de Famas de Julio Cortazar; Frida en su luz más íntima, Raquel Tibol; Cine o sardina, Guillermo Cabrera Infante; Relación Personal, nueva edición de Gonzalo Millán; En el camino, Jack Kerouac; En el coto de la mente, Carlos Germán Belli; Obras Completas &algo más de Nicanor Parra; La ola muerta de Germán Marín; Frida Kalho de Raquel Tibol...y mucha poesía, relatos, ficciones, viejas cartas de amor, todo lo que no pasa de moda. Los libros, como las personas, a veces, nos escogen
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Rolando Gabrielli©2007

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