jueves, marzo 27, 2008

Viaje de Cronopios y de Famas








Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades. Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de "Alegría de los famas".Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios. Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan
. (J.C.)

Julio Cortázar, un gigantón argentino, de ojos y manos inmensas, humilde, originario de Banfield, parisino por adopción, desencadenó con Rayuela el tsunani literario latinoamericano y en idioma castellano en los sesenta, conocido como el Boom. Una explosión de la nueva literatura en América latina, pero escribió mucho más que esa gran novela, cuentos de antología y estas historias de Cronopios y de Famas, que vienen durmiendo conmigo hace algunas semanas. Leíamos sus libros en el Pedagógico de la Universidad de Chile con absoluta religiosidad y vocación de disciplinados discípulos, insomnes estudiantes amantes de la literatura. Cortázar usaba una guitarra eléctrica en sus palabras y nos conovocaba silenciosamente a las multitudes de lectores. Yo compré mi edición mágica de Rayuela en La Habana, recién salida del horno, y tuve que hacer una fila fenomenal. Me acompaña desde 1969. Todos salimos con un ejemplar de tapas amarillas bajo el brazo. Edición de 10 mil ejemplares. Luis Harss, uno de los promotores e inventores del Boom con Cortázar, la comparó a Ulises. Aniquilamiento del orden, ordenamiento del caos, dijo en su contraportada Carlos Monsiváis. En un extenso prólogo Lezama Lima, dice que Rayuela destruye un espacio para construir otro y decapita el tiempo para que tiempo salga con otra cabeza.
Lo cierto es que los libros de Cortázar estaban en la mesa de nuestras conversaciones diarias, hasta que el personaje vino a Chile en 1970 y lo vimos en el Pedágogico de Macul, hipnotizándonos con sus palabras y caminar lento, como si cazara pájaros de ausencias en los vuelos primaverales de Chile. Hey, Julio, qué días aquellos, 7a veces 70, y no diría nada por la respiración que teníamos a borbotones. A millón por las calles esos días. En avenida Providencia, la zona que parte en dos Santiago, Norte al toparse con la Cordillera de los Andes y Sur, al otro extremo pasando por avenida Los Pajaritos. El Drug Store de providencia nos revolucionó el alma, Los hippies, Los Beatles, la mariguana y un gran titular LLEGÓ CORTÁZAR, aunque en verdad lo que había entrado por nuestro viejo aeropuerto era Rayuela. Invocar su nombre era cosa de dioses. Algo así como un rockero de los setenta.
Cortázar viajó a Chile cuando Salvador Allende cumplía sus primeros 30 días y lo hizo pagando su propio pasaje. Quería conocer de primera mano ese experimento político. Su estancia en Santiago fue la de una estrella y doigo, qué buenos tiempos aquellos cuando se saludaba con euforia, respeto y conocimiento la buena literatura. Y hoy sigo leyendo a autores con su literatura de superficie, que la novela ha muerto, al menos como la conocíamos, añaden, por las dudas, no fuera a ser que resucitara. J.C. alojó su enorme humanidad en un céntrico hotel santiaguino llamado El Conquistador, el que era visitado a diario por nubes de escritores y amigos de la literatura o personas encantadas por el lenguaje de Rayuela. Cortázar optó para recibir en segundas visitas a sus entusiastas seguidores, de acuerdo con su interés, a través de un santo y seña, dicen las cróncias de la época. La palabra mágica para acceder al novelista era Cronopio.
El verdadero Cronopio estaba en Santiago , el Cronopio mayor, el auténtico, el espléndido y comprometido Cronopio, ese que hacía las valijas y se volaba al lugar de los hechos con recursos propios "porque no bastaba con lo que pasaba en Chile, no bastaba con mandar uno de esos cables de adhesión.
En el Pedagógico se reunió ante unas tres mil personas, moros y cristiandos, el gigante de la Casa tomada, conversó y recibió in finitas preguntas, porque el pañis estaba vivo, ardía en situaciones nuevas, búsqueda de caminos propios y JC lo sabía, estaba formando parte de la historia chilena. La pregunta célebre fue sobre Borges, quien le había editado su primer cuento, y Cortázar respondió con toda franqueza: "no sólo ciego físicamente, sino ciego mentalmente a una realidad que evidentemente se le escapa (y esa sería la hipótesis más generosa) y que deja escapar (y esa sería la hipótesis más exacta a través de algunas declaraciones suyas). No solamente ha decidido evadir la responsabilidad, sino que incluso ha caído en la aberración de asumir una especie de responsabilidad contraria, o sea, apoyar de una manera o de otra las actitudes más reaccionarias posibles en este hemisferio". Y agregó la otra parte de su visión sobre Borges. "Es un hombre viejo y fuera de la historia", pero "deberíamos acordarnos de la increíble lección de rigor idiomático, de economía de medios y de fuerza creadora que nos dio hace 30 años a los que éramos jovenes en esa época".
Cortázar regresaría en marzo del 73 y durante diez días recorrería algunas ciudades. Su primera visita fue memorable, no podía caminar por las calles sin que alguien no se le acercara. Nunca la literatura ocupó primeros espacios como en ese momento, con la escepción de Neruda, poeta que JC admiraba. El Cronopio se sumaría pocos meses después a la causa contra Pinochet quien había derrocado a Salvador Allende.
Las imágenes de este blog, que ilustran la página, evocan algunas historias de sus Historias de Cronopios y de Famas, motivación de estas notas abiertas con su capítulo sobre Viaje de Cronopios y de Famas
Reíamos de felicidad en los jardines, pasillos del Pedagógico, en los cafés con la literatura original, divertida, profunda, ocurrente, mágica de Cortázar. Nos leíamos páginas, citábamos, una época en que la literatura era una fiesta, verdadera ceremonia de la palabra. La Maga de Rayuela era el centro del centro de aquellas palabras, historias, y nos rendíamos devotos a ese ángel iluminado Está y no està, pero siempre está, la Maga en el aire, volándose, esfumádonse, siéndose presente en futuro.
Cortázar brinda una serie de instrucciones para subir una escalera, abordarla, y el ascenso, sostiene, recomienda, debe ser de frente. La postura es importante, recuerda, sobre todo los ojos que deben estar ubicados de tal manera que permitan ver el siguiente peldaño. El pie es vital para esta operación y en opinión del escritor argentino, es indispensable no levantar el pie y el pie, es decir, ambos a la vez. La escalera, en lo personal, siempre me indicaba un poco más allà, si, arriba.
Escalera/arbol/techo/cielo/devueltaalsuelo.Escalera/peldaño/miedo/
aire/suelo.
Escalera/arriba/arriba/huir/lomáslejosposible.
Unpeldañoprimeroparallegaralcielodetucorazón.
Dejemos la escalera en el primerÚltimo peldaño sin fin.
Flor y Cronopio. Un cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos. Primero la va a arrancar pero piensa que es una crueldad inútil y se pone de rodilas a su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una aveja, huele su perfume, y finalmente se acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una gran paz. La flor piensa: " Es como una flor".
Tortugas y Cronopios
Y vamos llegando al final, al igual que en el libro de Cortázar. ¿Los más lentos siempre llegan de último o son más seguros, porque saben llegar?
Cortázar dice que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural. Las esperanzas lo saben, y no se preocupan.
Las famas lo saben,y se burlan.
Los cronopios lo saben, y cada vez que encuentran una tortuga, sacan la caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga dibujan una golondrina.
Por eso yo cuido la mía, esperando que haga verano.

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