jueves, junio 26, 2008

Centenario de Allende





Salvador Allende cumpliría cien años hoy y el 11 de septiembre próximo, 35 años de haberse inmolado por sus ideas democráticas y republicanas en el Palacio de La Moneda, la casa de los presidentes de Chile. La historia suele ser lerda, desmemoriada y casi siempre asistida por un escribano discrecional que la termina contando a su manera. El tiempo, afortunadamente tiene su propio cedazo para separar la cizaña del trigo...La historia quizás es conocida de todos, pero soy de la opinión que a Salvador Allende y a la democracia chilena le dieron el golpe de estado cuando el candidato de la Unidad Popular fue electo presidente el 4 de septiembre de 1970. Esa noche comenzó a rodar la rueda de la tragedia. Vendría el asesinato de René Schneider, Comandante de las Fuerzas Armadas, para impedir el ascenso de Allende a la presidencia y todo lo demás sería historia de una misma historia: el 11 de septiembre de 1973 culminaría el golpe de estado más largo de la historia de la humanidad, casi tres años. Intentos fracasados, ablandamiento, cerco económico, desabastecimiento, presiones financieras, políticas, campaña del terror, de desinformación, el laboratorio Chile era el escenario de la conjura.
Allende se reconocía asimismo como un luchador social, un político que demostró que los principios y las ideas no se transaban en una subasta pública, que la ética era algo más que una palabra que se había convertido en retórica, letra muerta en el mundo de la política. Durante décadas el diario más conservador del país, El Mercurio, lo identificó y estigmatizó como el principal enemigo de la democracia y en medio de la permanente campaña que le dedicaba a diario, públicó poco antes del golpe de estado, su fotografía al lado de una operación al corazón. Sangre era lo que venía.
Allende fue candidato a la presidencia de Chile en 1952, 1958, 64 y el 70, año en que logró el triunfo con un 36.6 por ciento de la votación entre tres candidatos. El Congreso le ratificó. Su gobierno duraría mil días, que lograron conmover al mundo, porque fue el primer presidente socialista electo por votación popular a nivel planetario y porque su programa buscaba transformar las estructuras políticas, económicas y sociales de Chile, sin violencia ni violentar la ley, en democracia y libertad. La última votación de senadores, donde sus partidarios obtuvieron un 44 por ciento, condenó a muerte a su gobierno por parte de la oposición, que ya no vislumbraba una derrota en las urnas. También todo esto es historia, pasado, una lección.
Allende fue fiel al humanismo de siempre, el mismo reafirmó ese pensamiento con palabras y sus propios actos. No sólo fue presidente de Chile, sino un protagonista de primera línea, en décadas previas a su elección como mandatario de la nación, tiempo en que se consagró como un luchador, formador y aglutinador de las fuerzas sociales y políticas. Es difícil desentenderse del papel que jugó Allende en el Chile republicano y democrático.
Fue un político carismático, pragmático, leal, honesto, fiel a los principios, valiente, un caballero a la antigua que cumplió con su palabra y estas fueron las últimas cuando tomó la decisión final de permanecer en La Moneda y le dijo a su equipo de colaboradores: “Yo no me voy a rendir, pero no quiero que el de ustedes sea un sacrificio inútil. Ellos tienen la fuerza. Las revoluciones no se hacen con cobardes a la cabeza; por eso me quedo. Los demás deben irse. Yo no voy a renunciar”.
"El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición."

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