jueves, agosto 21, 2008

El Clavel Negro vuelve a Santiago


El cine tiene el privilegio y capacidad de poner a ojos vista la ficción, realidad y memoria en un mismo plano, recobrar ese tiempo que estuvo en algún momento de nuestras vida y de otras personas. Alquilar una página de la historia y ponerla en valor actual, forma parte también del libreto del cine. El embajador de Suecia en el Chile de Pinochet, Harald Edelstam, es el protagonista, el héroe del filme El Clavel Negro(Svarta nejlikan), de los directores suecos Ulf Hultsberg y Asa Faringer, que se presentará hoy en el Santiago Festival Internacional de Cine. La cinta fue rodada en Santiago de Chile, en sitios donde se asesinó y torturó, en el emblemático Palacio de la Moneda, bombardeado por la aviación chilena, donde murió Salvador Allende.
Harald Edelstam fue un embajador providencial para 1.200 perseguidos políticos chilenos y latinoamericanos, que se asilaron en su embajada y pudieron salvar su vida, entre el 11 de septiembre de 1973 y el mes de diciembre de ese año, cuando el régimen militar le dijo al diplomático sueco que "su persona grata ha dejado de tener validez".
El filme ya fue presentado el pasado año en Suecia, Estados Unidos y Canadá, y aunque su hijo Erik Edelstam, sostiene que el filme" está muy lejos de la verdad", es un homeje a un diplomático que hizo honor a su cargo y a riesgo de su propia vida, salvó no sólo a los perseguidos políticos, sino a los diplomáticos cubanos acosados por el ejército de Chile en su propia embajada en Santiago. Ese día, ingresó a la embajada de Cuba e izó la bandera Sueca, porque su país se había hecho cargo de la representación cubana en Santiago.
Edelstman, de origen noble, abogado, con estudios en una academia militar, ya había mostrado su fibra en 1944, en Noruega, cuando salvó a numerosos judíos de la persecusión nazi. El nombre de Clavel Negro se lo ganó en Noruega por esos actos heroicos. En su destino como diplomático en Guatemala, salvó también vidas del régimen militar guatemalteco.
Lo recuerdo en aquellos días en sus viajes al aeropuerto despidiendo a los exiliados y cuando se presentó con una corona al fuenral de Neruda en su casa La Chascona en Santiago, destruida por el ejército de Chile. La leyenda decía: Al Gran Poeta Pablo Neruda del rey de Suecia.
Harald Edelstman ha sido olvidado por el gobierno de Suecia, que le relegó a un trabajo secundario en la Cancillería de su país cuando regresó de su misión en Chile. Ni una calle, ni una plaza, al igual que en Santiago, una pobre plaquita se refiere a un hombre que tuvo el coraje y el honor de enfrentar a un régimen ditatorial y brutalmente represivo. La historia miente hasta que que se muerde la lengua. No es necesario ahondar más, pero Chile está en deuda con este hombre y debiera honrar su memoria.
Rolando Gabrielli©2008

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