R escribía una novela
donde el personaje
era la ciudad,
hierro, cristal del espacio,
memoria anclada en la oscuridad,
muros ciegos, abismos.
En el himno de la prosa
balbuceaba la ciudad.
R vivió en un valle
atravesado por un río sucio
al espinazo, pegado
a la ciudad.
Maravilloso río
que escribes este poema,
nadie te abandonó,
mis pasos se repiten,
suceden en la multitud.
La rosa respira
en el rosal
que la mano escogerá.
Rolando Gabrielli©2008
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