El Premio Nobel no necesita de comidillas extras, intrigas periodísticas, declarciones furtivas para ser noticia durante el mes de octubre, fecha en que se otorga el lauro sueco El suspenso le gana tradicionalmente a los fallos esperados por expertos, escritores y el púbico que sigue con alguna mística aún al premio gordo de la literatura universal. Aunque estamos quizás a no más de dos semanas para conocer al premio del 2008, no hay nombres sólidos en el tapete, sino algunos refritos de años anteriores. La Academia Sueca, el selecto grupo que finalmente vota el Premio Nobel, es hermético y sólo deja saber su opinión, el humo blanco de su Capilla Sixtina, cuando ya el candidato fue escogido. Año tras año el estilo es más o menos el mismo, al igual que las aprehensiones y ansiedades y especulaciones.
Este año el propio secretario permanente de la Academia, Horace Engdahl ha marcado la tónica haciendo una diferencia sustancial al formato discreto de jornadas anteriores, donde los académicos relacionados con el lauro, ofician de verdaderos toreros con sus verónicas por respuestas sin azuzar al toro en el ruedo ni incomodar al público en sus asientos mientras esperan atentos al resultdo del espectáculo. La historia de los premios está plagada de anécdotas, olvidos, críticas bajo la única batuta posible en este escenario que es el silencio.
Engdahl dio hoy una entrevista a la agencia norteamerica AP, que han causado revuelo y una verdadera indigestión en los círculos literarios, la prensa e intelectuales en el país aludido: Estados Unidos.
Horace Engdahl dijo que es imposible que la literatura estadounidense compita con la europea porque los autores norteamericanos "no participan en el gran diálogo de la literatura". Y su lapidaria afirmación la remachó con esta opinión: "Por supuesto hay literatura poderosa en todo los países, pero no se puede escapar de la realidad de que Europa, y no los Estados Unidos, sigue siendo el centro del mundo literario". Estados Unidos está demasiado aislado, y es muy insular. No traducen lo suficiente , acotó el sueco. Acusó que "la ignorancia es restrictiva".
Desde luego América latina no fue mencionado, porque debe ser como una sucursal del viento, de la nada, una estación sin tiempo, el andén que se quedó sin tren. De paso, reveló que los 16 integrantes del Comité que escoge al ganador, aún no ha tomado la decisión y que el próximo jueves 9 podría conocerse el nombre.
No se hizo esperar la respuesta de los norteamericanos y David Remnick, editor de la reconocida revista literaria The New Yorker, replicó airado: "El secretario permanente de la Academia Sueca -que pretende pasar por sabia pero hizo a un lado a Proust, a Joyce y a Nabakov, por nombrar sólo algunas de sus omisiones- debería ahorrarse este tipo de comentarios". "Además si se fijara con más cuidado en el panorama estadounidense, se daría cuenta de la vitalidad de la generación de Philip Roth, John Updike y Don DeLillo, así como la de la generación siguiente, en gran parte compuesta por hijos de inmigrantes", puntualizó.
Harold Augenbraum, director ejecutivo de la fundación que administra el National Book Award–uno de los premios literarios importantes de los Estados Unidos– fue más didáctico y ofreció le mandarle una lista de lecturas a Engdahl. Augenbraum alegó en favor de la literatura norteamericana que "los Estados Unidos han adoptado la cultura mundial a través de la inmigración. Cada generación, comenzando en el siglo XIX, ha recreado la idea de la literatura estadounidense".
Toni Morrison es la última Premio Nobel estadunidense y de eso fue hace 15 años.
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