martes, noviembre 25, 2008

Nabokov, la última partida de Laura



No sabemos, y podría saberse, que piezas movía el papá de Lolita, esa tarde de verano en algún lugar de Suiza, cuando Vera, su mujer se aprestaba quizas para darle una jaque mate. Se ve el lado de tablero algo más despoblado de piezas y, en posición expectante, mientras su mujer alza mano izquierda, entre la duda y una ofensiva tronante. La montaña forma aprte del paisaje como si estuviera en silencio frente al atribulado tablero inmóvil. En estas partidas suele ganar el tiempo y la vejez. No sé la fecha, ni se sabe que piensan detrás del tablero los viejos ajedrecistas.
No sabemos si Vladimir Nabokov, el autor de Lolita, perdió esa partida en el lejano atardecer suizo, por fijar un espacio en el tiempo. Pero, lo que el tiempo ha traducido de su última partida en el lecho de muerte ante Vera, si es una pérdida en los términos estrictos de un autor. Nabokov, como Kafka a Max Brod, le dijo a Vera que quemara los originales de su novela en borrador: Laura. De eso hace 31 años, como si el tiempo no pasara y la historia se repitiera a espaldas de la historia.
La escena pudo ser esta cuando ya Nabokov partìa de este mundo: Vera, Vera, quema las 138 tarjetas donde tengo la novela inconclusa llamada Laura, promètemelo. En un lecho agonizante se puede pormeter y aceptar casi todo, como dar vuelta una hoja por última vez. Si prometiò, no cumpliò. La novela fue a parar a una caja fuerte como un objeto de culto familiar y la familia, esposa e hijo creyeron màs que en el autor y conservaron las tarjetas, pero no para hacer dinero, porque hace ya de ello 31 años y el descendiente directo, D. Nabokov hijo, ya cuenta con flamantes 73 años. La decisìon està tomada y lo comentè hace unos meses: Ediciòn. El hijo era el último baluarte de esas tarjetas aún algo misteriosas, celosamente encargadas a la madre y después a él. Philip Wild sería el nombre del protagonista de El original de Laura, quien agobiado por el fracaso evidente de su matrimonio con Flora fantasea con suicidarse. Sólo entonces el personaje recuerda que se casó con la mujer que le es infiel por su visible parecido con un amor de su juventud.
Nunca sabremos de Nabokov tuvo la intención real que se quemaran. ¿No tuvo tiempo o valor como Kafka para hacer desaparecer esos textos que no los consideraba dignos de ser leídos por otro e impreso(s).

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