Escribo a tientas
como en los mejores tiempos
de la dictadura,
mi mano izquierda desconoce
que tiene una mano derecha,
cero visiòn, todo al tacto,
a ojo de buen cubero,
con nervios de acero.
La pantalla està perdiendo color
tiembla como una tuberculosa,
el antivirus dice que no tiene virus,
lo asegura a miles de kilòmetros
y debemos creer.
Es vejez decrepitud obsolescencia,
una manera visible
de convertirse en chatarra.
Es un aviso, me va a dejar.
Los proveedores de programas software
y de servicios etc.,
vuelan como gallotes
sobre la carroña de mi PC.
No hay respeto por la dignidad
de quien agoniza dignamente
y son servicios cumplidos,
si en verdad debièramos abrir
un expediente a nuestros
amados objetos.
Los gigantes de este mundo,
acròbatas oportunistas
trabajan dentro de la red
con toda seguridad
miran con sus ojos celestiales
el micromundo de mi PC
abandonada a un tràfico
sin semàforos.
La ventana del antivirus
La ventana del antivirus
se pelea el espacio
del mensaje de advertencia:
"Su sistema puede estar en peligro,
su copia no ha superado el proceso
de validaciòn"
Cuatro años despuès y esta noticia
revolotea como avispa
por la pantalla de mi PC.
Pienso, estos son mis
ùltimos cartuchos,
la PC hace glù, glù, glù,
ya no es un bebè
y sus ventanas abren y cierran
intermitentes,
como si un flash
apagara el mundo
y lo convirtiera en una sola noche,
y al sol en un chasquido de dedos,
en tinieblas.
Me voy a leer al bosque
a terminar de escribir este poema,
donde la PC no tenga electricidad
y siga enchufada a mi vida.
PD. Mi nieta Isabella me ha dicho,
abuelo, mejor llama al tècnico.
Rolando Gabrielli©2009
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