se duele en su carne
y alguna herida respira
el màrmol que no se agrieta
en una ni mil noches,
ni el verbo pone precio
a tu cuerpo divina,
lo recrea en la palabra
que adivina,
en el nacimiento de una ola
Yo comparo a este mar
que contemplo extasiado
y me adentra en tus aguas,
a las mareas propias de la estaciòn,
ya sabes,
suben y bajan las aguas
a un mismo pozo.
Rolando Gabrielli©2009
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