El escritor Mexicano, Jorge Volpi, ha dicho Amèrica Latina no existe. Veamos:
Fantasmear màs el espectro, entelequia, lo que hay y somos, o tenemos, quizàs lo ya andado y desandado en dos largos siglos "republicanos, totalitarios" con el Padre Nuestro del Norte tocando el bombo y sonando el platillo, la flautina de un mundo mejor como si se deseara, no conduce a nada sinceramente y màs bien se constituye en una nueva vieja retòrica sin salida.
Fantasmear màs el espectro, entelequia, lo que hay y somos, o tenemos, quizàs lo ya andado y desandado en dos largos siglos "republicanos, totalitarios" con el Padre Nuestro del Norte tocando el bombo y sonando el platillo, la flautina de un mundo mejor como si se deseara, no conduce a nada sinceramente y màs bien se constituye en una nueva vieja retòrica sin salida.
Indiscutiblemente que el libreto global y el abrazo del oso del mercado, han puesto su picas en el Flandes latinoamericano, subcontinente codiciado desde que Colòn se perdiò en nuestros mares y recuperò el habla en estas playas al ver alusinado el brillo del oro. Hace casi sesenta largos años, que se viene hablando de integraciòn en Amèrica latina y la fragmentaciòn ha continuado soplando sus mejores vientos y tempestades, aunque se han dado ejercicios exitosos, promisorios y se ha tocado la campana a arrebato en màs de una ocasiòn por los resultados tangibles. Se ha caìdo en cuclillas una y otra vez, ciclos y ciclos, los expertos han definido las tendencias, evaluado los sìntomas, ofrecido recetas, meneado la cabeza como si alguien nos gobernara desde el màs allà. Y se vuelve a un principio vago de inestabilidad, statu quo y volvemos a la solemnidad del estancamiento. Mula que pisa su propia huella y olvida el camino. Las estadìsticas son un soplo, una pasaje a la nada, manìa, un ejercicio solemne con lo que nos hace falta.
En dos mil años, Europa busca su propia unificaciòn y nos enseña que la dificultad tiene dientes de cocodrilo. Cada espejo brinda su propia imagen y el reverso es como una copia en off. Ahora, entre parèntesis, el mundo es una gran sonajera de tarros vacìos, escombros, paisajes rotos, corrupciòn, inequidades, mentiras, estupideces, un espacio gigantesco para las marchas y contramarchas de la historia. Tiempo de escaparates, donde lo nuevo dura una semana y la moda se rìe de sì misma como una hiena exitosa. Y en medio de esta perfomance que se recicla asimisma en la cambiante vitrina de la avenida, la Luna nos sorprende con su infinita gratitud poètica: tiene agua. La vida es esta làgrima oceànica que todos lloramos y que en un futuro podrìamos contemplar como un espejismo en el desierto que rabiosamente construimos estimulados por la señorita ganancia con residencia en W.S.
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