jueves, mayo 13, 2010

EL TURNO DE LA POESÌA


El amor
El amor es mi otra patria
la primera
no la de que me ufano
la que sufro.
R.D.
La primera vez que escuchè el nombre de Roque Dalton fue en casa del poeta Waldo Rojas frente a su biblioteca en Santiago, desde cuyos estantes bajò El Turno del ofendido. Rojas, quien da clases actualmente en La Sorbona y es autor de Prìncipe de Naipes, Cielorraso, entre otros poemarios, me comentò la vida insòlita, sorprendentemente novelesca, pero real, del poeta salvadoreño, cuyo asesinato y natalicio se conmemoran por estos dìas. Dalton tenìa siete vidas de acuerdo con el relato de Rojas, preso en una de las miserables càrceles de la dictadura  de turno salvadoreña, habìa sido fusilado junto a otros presos, pero su cuerpo, que no fue impactado, quedò debajo  de los muertos y  no tuvo necesidad siquiera de resucitar y se fugò. En otra de sus detenciones  y encarcelamiento, se volviò a  fugar. La historia cuenta, que en una de esas ocasiones cayò el gobierno, y no fue fusilado. Se dice tambièn que una pared se derribò en un terremoto y escapò. Cualquiera sean las versiones reales, ya es leyenda. Y asì partiò a su   exilio en varios paìses y terminò en La Habana, que fue donde le conocì, porque Enrique Lihn me pidiò que le llevara de regalo su ùltimo libro: La  Musiquilla de las pobres esferas. Lihn habìa trabajado en Casa de las Amèricas y era amigo de Dalton, que dicho sea de paso  en la Universidad Catòlica de Chile se transformò en comunista cuando estudiò abogacìa, o tomò algunas orientaciones izquierdistas. Dalton se encargarìa de conformar y precisar: En Chile, "yo lleguè a la revoluciòn por la vìa de la poesìa". Era de lecturas vallejianas y nerudianas, el poeta pipil.
Nos vimos en el Hotel Habana Libre, el viejo Hilton, y luego de preguntarme por Lihn, Chile, me hablò de la mujer cubana con mucha pasiòn. Dalton, hijo de norteamericano y madre salvadoreña, tenìa 30 años y habìa ganado recientemente ese año el Premio Casa de las Amèricas, con su (in)discutido poemario: La Taberna y otros argumentos. La Habana por esos dìas de febrero recibìa el invierno norteamericano, asì que su temperatura era agradable y el malecòn tibio en las noches con sus mulatas cimbreantes como palmas esbeltas, profundas, amorosas.
(En ese memorable viaje, con escala en el DF, llevaba tambièn el libro de Jorge Teillier Crònicas del Forastero, para el poeta cubano Eliseo Diego. Y un tercer encargo, contactar a Fayad Jamìs, poeta cubano, para que me entregara unos  poemas para la revista Trilce, que dirige aùn Omar Lara)
En mis manos La Musiquilla de las pobres esferas, con pròlogo de Waldo Rojas, y en un penùltimo poema del libro, un poema dedicado a Roque Dalton, una vuelta de un texto prosaico que Dalton le dedicò a Lihn en su boda en La Taberna. Los poetas tienen sus propios caminos, entienden sus còdigos, juntan cicatrices. Lihn le dice a Dalton que no puede comprender exactamente la historia y que envejece al màrgen de su tiempo. El mismo apunta en la contraportada del libro, que ha terminando haciendo poesìa contra la poesìa, pero en su ùltimo poema de este libro, luego de reconocer que no pudo ser feliz, escribiò y porque  escribì, porque escribì estoy vivo. 
Dalton viviò la historia con sus convicciones, la polìtica, la lucha revolucionaria dentro de El Salvador y su poesìa da cuenta de ello, como que dos màs dos son cuatro. Dalton y su poesìa escapan de toda solemnidad, de esa visiòn caricaturesca muchas veces de los acontecimientos polìticos y sociales. Le salva su humor, sin duda.  El poema es lo que mejor habla del poeta, es decir, su poesìa, la palabra en su conjunto, huella de lo visible y real que va dejando el poeta: 
Alta hora de la noche
Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
porque se detendrá la muerte y el reposo.
Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos,
sería el tenue faro buscado por mi niebla.
Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas.
Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.
No dejes que tus labios hallen mis once letras.
Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.
No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto
desde la oscura tierra vendría por tu voz.
No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre,
Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre.
(Roque Dalton)
En verdad, la muerte no se detiene ni para tomar impulso...
 Fue asesinado por sus propios compañeros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) el 10 de mayo de 1975. Me encontraba ejerciendo en Colombia como  Corresponsal Extranjero, cuando  leì la noticia, una escueta nota fechada en La Habana. Han transcurrido 35 años de  su muerte, aunque los hijos señalan nombres de los autores del crimen, aùn no se inicia una investigaciòn. A èl y a otro guerrillero guatemalteco se les acusò de ser agentes de la CIA, relatan algunas notas de la època y virtualmente se les ejecutò. En declaraciones a la agencia alemana DPA, dos de sus tres hijos  declararon, que  "Queremos saber la situación real de cómo se dio la muerte de Roque Dalton; quiénes fueron los autores intelectuales y materiales del crimen; cómo, cuándo y dónde lo asesinaron y dónde están los restos de mi padre", dijo el segundo hijo de Dalton, Juan José, periodista de profesión."Al saber estas verdades, nosotros estamos dispuesto a perdonar a los victimarios", ha sostenido también Jorge Dalton, el menor de los hijos del poeta, quien es un destacado cineasta." Los restos del poeta salvadoreño siguen en el limbo,  paradero desconocido, como los de Federico Garcìa Lorca, un cadàver que  vive en la conciencia de España y del mundo, y que  aùn aterra al franquismo.
Roque Dalton, oriundo del paìs que Gabriela Mistral bautizò como El Pulgarcito de Amèrica, El Salvador, enfrentò cada dìa  la vida y la muerte, de ello testimonian sus luchas y poesìa.  En un paìs  gobernado por un puñado de familias, la violencia y el ejercicio de la muerte se transforman en algo cotidiano, de tan visible, se torna invisible, y aceptable por los poderes fàcticos internacionales. Dalton dio cuenta de todo esto y màs...Paìs mìo no existes/sòlo eres una mala silueta mìa/una palabra que le creì al enemigo. Y  finaliza con un parèntesis el poema titulado  El Gran despecho: (Quiero decir: por expatriado yo/tù eres ex patria). Dice que  Los hombres de este paìs son como sus madrugadas: mueren siempre demasiado jòvenes.
Dalton es un poeta que le hablò al futuro, fuera del presente vivido, ese con tinta  y sangre, se subiò siempre en velocidad al carro de la historia sin freno y su propia poesìa es obra de la prisa de la misma  historia y sus circunstancias. Le tocò una època terrible y su poema Lo Terrible, muestra al hombre y sus circunstancias, vislumbra lamentablemente  en sus palabras el rostro de la muerte prematura, inesperada, absurda.
Mis làgrimas, hasta mis làgrimas
endurecieron
Yo que creìa en todo
En todos.
Yo que sòlo pedìa un poco de ternura,
lo que no cuesta nada,
a no ser el corazòn.
Ahora es tarde ya.
Ahora la ternura no basta.

He probado el sabor de la pòlvora.

Dalton va y viene por  Mèxico, Santiago de Chile,  Guatemala, Praga, Moscù, La Habana y  San Salvador, casi vencido por la historia, escribe  màs allà de la palabra, no le basta la poesìa aunque la poesìa se baste asimisma. Recuerdo las palabras de Lihn en La Musiquilla de las pobres esferas y  en especial el poema que le dedica  a Dalton, donde le dice: Soy un poco poeta del chamabergo flotante, un viejo actor de provincia y finaliza diciendo que no puede comprender exactamente la historia. Amèrica latina había vivido una eterna historia de derrotas consecutivas. Dalton desde joven testimonia la brutalidad de su entorno y propia existencia en un paìs-finca con amos, sin ley. Abunda  su poesìa en denuncias, compromiso y en la bùsqueda de  un mundo donde exista la esperanza. La ilusiòn de la esperanza, que no la verìa, serìa la ùnica herencia para sus hijos, segùn estableciò en un poema. A pesar de todo, los poetas heredan en sus palabras, las nostalgias, derrotas, el amor, su entrega, olvido, aventuras y tiempo vivido. Dejan tambièn las promesas: Tù seràs la ùltima mujer de mi vida/Oh Rose Marie blanche colombine labios de flor recièn cortada. El poeta reconoce irònicamente que ( Tù seràs la ùltima mujer de mi vida/ oh pequeña Cristina, concluye el poema y se devela el misterio de la promesa. Las mejores promesas son las dichas ardientemente/se violan luego con gran dolor/bajo la sombra de todos los remordimientos)
En lo personal, el poema que màs me gusta de Roque Dalton, es Estudio con algo de tedio, texto que abre su libro La ventana en el rostro (Mèxico 1961). El universal tema de la adolescencia escrito con la plasticidad del dolor, la soledad, ese mundo inagotable de la experiencia iniciàtica. Es un retrato de cualquiera, muy personal, el descubrimiento de un mismo. La observaciòn corporal, fìsica, donde quizàs un espejo y las persianas son los testigos màs directos de esa experiencia primaria, absoluta, animal en el amplio sentido del tèrmino. Dispara todos los sentidos en càmara lenta del lector, pero quien la vive, va en otra velocidad y la mide bajo sus intentos paràmetros. Los actores-lectores somos nosotros que compartimos la trascendencia del acto y la recreamos a nuestra manera donde las palabras nos van acomodando como frente a una pantalla.
  Neruda  en Residencia en la Tierra, su màs poderoso poemario, en el texto: Ritual de mis piernas...juega en solitario con su cuerpo, en un poema notable, profundamente eròtico, vital, telùrico, donde la soledad se siente sola...Lo de Neruda es màs carnal, ya no es el adolescente provinciano, vive en Rangùn, ha atravesado su largo cuerpo geogràfico desde el Sur al Asia, con el espanto de los cuartos vacìos, de los atardeceres solitarios... Largamente he permanecido mirando mis largas piernas,
con ternura infinita y curiosa, con mi acostumbrada pasión,
como si hubieran sido las piernas de una mujer divina
profundamente sumida en el abismo de mi tórax:
El adolescente de Dalton se lame sus propias heridas, la ausencia de fracasos reales, màs bien la exploraciòn de sus posibilidades. El protagonista sueña que vive, pero lo que vive es su angustia, su tedio infinito de cazador de silencios. ¿Cuàntas veces hemos mirado la pared o el cielorraso del cuarto en la infancia y adolescencia?

 
ESTUDIO CON ALGO DE TEDIO
"Clov: —llora…
Hamm: —Luego vive".
(Diálogo de "Fin de Partida" de Beckett).

Tengo quince años y lloro por las noches.

Yo sé que ello no es en manera alguna peculiar
y que antes bien hay otras cosas en el mundo
más apropiadas para decíroslas cantando.

Sin embargo hoy he bebido vino por primera vez
y me he quedado desnudo en mis habitaciones para sorber la tarde
hecha minúsculos pedazos
por el reloj.

Pensar a solas duele. No hay nadie a quien golpear. No hay
nadie
a quien dejar piadosamente perdonado.
Está uno y su cara. Uno y su cara
de santón farsante.

Surge la cicatriz que nadie ha visto nunca,

el gesto que escondemos todo el día,

el perfil insepulto que nos hará llorar y hundirnos

el día en que lo sepan todo las buenas gentes

y nos retiren el amor y el saludo hasta los pájaros.

Tengo quince años de cansarme

y lloro por las noches para fingir que vivo.

En ocasiones, cansado de las lágrimas,

hasta sueño que vivo.

Puede ser que vosotros no entendáis lo que son estas cosas.

Os habla, más que yo, mi primer vino mientras la piel que

sufro bebe sombra…


















Esta historia continùa

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