viernes, febrero 18, 2011

Ìbamos por la vìa Argentina


La vía  Argentina, donde los loros cantan junto al piano de Mozart, nos alfombran la tarde del amarillo que brota del Guayacàn fuera de estaciòn. La naturaleza apurada  por el cambio climàtico adelanta su calendario de finales de marzo en este febrero mar pisciano azul. Íbamos por un vino dentro de la estaciòn en medio de la tarde tropical, suave, càlida, esplèndida, rosada en el atardecer. Hay risas sin nombre, pasos sin camino, andar, andar. Febrero tiene su propio banco de datos. El otro cuadro es una ventana que casi deja por fuera la  Luna llena en el Casco Viejo. La noche se consumiò frente al mar hasta la última gota.
La periquera no abandona  su jerga musical con su acento inconfundible y el horario propio de los grandes de la Scala de Milàn. No es Milano este lugar, pero si la Babel de los Pericos, donde todo se confunde y ningùn principio tiene final. Verbo espontàneo, me quedo con los pericos, porque algo me anuncian, llaman por su nombre, siento, la felicidad.
La belleza  muda del guayacàn no compite con el coro de su espectacular vecino, solo sucede en el amarillo brillante y opaca el atardecer o màs bien ilumina. La tarde tiene estos tonos crepuscularios bajo el ritmo de sus pasos admite casi todo. La tarde es su propia escritura y corrige sus faltas de ortografìa.

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