El terremoto y tsunami de Japòn estarà en la mente de la humanidad por siempre. Como el terremoto de Chile y otras tantas devastaciones ocurridas y por suceder. Cuando el mar se sale de sì mismo, los sueños se paralizan y ahì naufraga la màs persistente de las memorias. Fue un tsunami biblico que quizas el Arca de Noè hubiese tenido problemas. Las televisoras e Internet, los dos ojos màs grandes del planeta global, siguen pasando pelìculas, recogiendo historias inenarrables.
En el Ocèano Pacìfico, Pacìfico, donde habito, en el viejo Mar del Sur, que patentò Balboa en Panamà, luego que los indìgenas se lo mostraran, el mar es una bendiciòn para el istmo rodeado de dos ocèanos, los màs grandes del planeta. En el mapa se ve ese àrbol recostado que une las Amèricas, en la fragilidad de su angosta cintura., inmerso en el mar y escoltado por unas mil islas.
Quienes amamos el Planeta azul, hemos vivido grandes terremotos, catàstrofes èpicas o hemos sufrido en esta època de devastaciones memorables, o leemos la Historia con memoria, morimos un poco ese dìa, tanto en Chile como en Japòn, en Sumatra o Nueva Orleans, donde la furia de la naturaleza se manifestò a la altura del daño irreparable que el hombre le inflige. La naturaleza sigue su curso, su extraordinaria e inequìvoca armonìa. Asì ha sobrevivido millones de años. La naturaleza permanece con los tiempos. Sobreviviò el mundo a la extinsiòn de los dinosaurios, al fin de dievrsos imperios, a todas las leyendas sobrenaturales que le arrancan una hoja cada dìa al calendario.
Un programa me acercaba a estas ideas, pero sobre todo, las opiniones de mi interlocutora, Isabella, de cinco años de edad. El tiempo preciso de la imaginaciòn y la verdad, allì donde las palabras adquieren el brillo de la inocencia. Valen por sì misma, lo que valen. Sus frases surgen como Haikus en el mediodìa panameño, palabras como un arco que lanza una flecha de advertencia sobre el cìrculo esquivo de la fama.
¿Sabes lo que es un tsunami? Me pregunta y se responde: Cuando yo lanzo una piedra al mar, se forma un tsunami como una gran espiral. Me quedo pensando en la metàfora que todos los niños hemos construido alguna vez con nuestras manos y pensamientos frente al mar. Todos hemos lanzado alguna piedra liza sobre la superficie de una laguna y hemos visto los patitos caminar sobre las aguas con sus espirales. No ha pasado màs nada que la magia de ver volar la piedra y mover armònicamente las aguas como el dibujo de un pintor anònimo. El escenario permanece intacto. La naturaleza no tiene que acomodar ninguna de sus partes.
Asì se forman los tsunamis, me insiste, redondos como un cìrculo. Me imagino todas las circunsferencias que se habràn hecho en el mundo. En los cuadernos, pizarrones, en la NASA, en los lugares màs sofisticados de la Fìsica y las Matemàticas, en alguna aldea indìgena bajo la fuerza oxigenante de la selva y los poderosos rayos. Asì nos habla y alimenta la naturaleza. Es su eterno lenguaje, està vivo todo lo que destruimos y matamos.
Le digo que el tsunami tiene màs fuerza que esa piedra, porque nace de un terremoto desde el fondo del mar, como si estallaran las aguas como millones de piedras y rocas y se va disparando todo lo que las aguas arrasan.
Ah, es una piedra muy grande que se hace pedazo...Algo parecido y cuya fuerza nadie puede enfrentar.
La naturaleza sigue su curso, resiste y eprsiste, acomoda sus placas, su ancho y profundo cuerpo. Lo que nos dice el tsunami, cuan fràgiles somos ante los fenòmenos naturales.
Ahhhhh, me dice Isabella, somos chiquititos.....
Quienes amamos el Planeta azul, hemos vivido grandes terremotos, catàstrofes èpicas o hemos sufrido en esta època de devastaciones memorables, o leemos la Historia con memoria, morimos un poco ese dìa, tanto en Chile como en Japòn, en Sumatra o Nueva Orleans, donde la furia de la naturaleza se manifestò a la altura del daño irreparable que el hombre le inflige. La naturaleza sigue su curso, su extraordinaria e inequìvoca armonìa. Asì ha sobrevivido millones de años. La naturaleza permanece con los tiempos. Sobreviviò el mundo a la extinsiòn de los dinosaurios, al fin de dievrsos imperios, a todas las leyendas sobrenaturales que le arrancan una hoja cada dìa al calendario.
Un programa me acercaba a estas ideas, pero sobre todo, las opiniones de mi interlocutora, Isabella, de cinco años de edad. El tiempo preciso de la imaginaciòn y la verdad, allì donde las palabras adquieren el brillo de la inocencia. Valen por sì misma, lo que valen. Sus frases surgen como Haikus en el mediodìa panameño, palabras como un arco que lanza una flecha de advertencia sobre el cìrculo esquivo de la fama.
¿Sabes lo que es un tsunami? Me pregunta y se responde: Cuando yo lanzo una piedra al mar, se forma un tsunami como una gran espiral. Me quedo pensando en la metàfora que todos los niños hemos construido alguna vez con nuestras manos y pensamientos frente al mar. Todos hemos lanzado alguna piedra liza sobre la superficie de una laguna y hemos visto los patitos caminar sobre las aguas con sus espirales. No ha pasado màs nada que la magia de ver volar la piedra y mover armònicamente las aguas como el dibujo de un pintor anònimo. El escenario permanece intacto. La naturaleza no tiene que acomodar ninguna de sus partes.
Asì se forman los tsunamis, me insiste, redondos como un cìrculo. Me imagino todas las circunsferencias que se habràn hecho en el mundo. En los cuadernos, pizarrones, en la NASA, en los lugares màs sofisticados de la Fìsica y las Matemàticas, en alguna aldea indìgena bajo la fuerza oxigenante de la selva y los poderosos rayos. Asì nos habla y alimenta la naturaleza. Es su eterno lenguaje, està vivo todo lo que destruimos y matamos.
Le digo que el tsunami tiene màs fuerza que esa piedra, porque nace de un terremoto desde el fondo del mar, como si estallaran las aguas como millones de piedras y rocas y se va disparando todo lo que las aguas arrasan.
Ah, es una piedra muy grande que se hace pedazo...Algo parecido y cuya fuerza nadie puede enfrentar.
La naturaleza sigue su curso, resiste y eprsiste, acomoda sus placas, su ancho y profundo cuerpo. Lo que nos dice el tsunami, cuan fràgiles somos ante los fenòmenos naturales.
Ahhhhh, me dice Isabella, somos chiquititos.....
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