De la vela, la luz
El cumpleaños de un poeta
El cumpleaños de un poeta
es una carga para la sociedad,
una inversiòn inùtil
sin ganancias ni plusvalìa
Es detener el tiempo
para encender y apagar
una pequeña luz
que viene de la infancia
Mejor evitar
risas y aplausos
un mediodìa frente al mar
Si una vela ridícula
se derritiera sobre el pastel,
ante los ojos
o algùn invitado
llorara de la risa
y el flash guardara sus làgrimas
en la pantalla digital,
estarìamos hablando
de antipoesìa,
en su estado de pureza
y esto serìa un homenaje
a Nicanor Parra
en sus 97 años,
bien parrandeados.
"Hay dos maneras de refutar a Neruda: una es no leyéndolo, la otra es leyéndolo de mala fe. Yo he practicado ambas, pero ninguna me dio resultado." Nicanor Parra
Nicanor Parra, el poeta vivo màs importante del habla castellana, según Roberto Bolaño y que el crìtico norteamericano Harold Bloom dijo que debieron darle el premio Nobel hace 15 años, cumple 97 años hoy.
El presidente chileno Sebastiàn Piñera, en un discurso en la Feria del Libro del pasado año, en un lapsus lingue, matò a Parra cuando dijo: "Podrán encontrar en esta feria lo mejor de nuestra literatura, lo mejor de nuestra creatividad, lo mejor de nuestro talento, partiendo por nuestros Premios Nobel, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, siguiendo con nuestros premios Cervantes como es el caso de Gonzalo Rojas y mi amigo Jorge Edwards que está presente con nosotros”. “También algunos que ya nos dejaron, como es el caso de Vicente Huidobro, Pablo de Rokha o un gran antipoeta, como es Nicanor Parra”, rematò el mandatario.
Parra, el antipoeta, naciò en San Fabiàn de Alico, Chile central, el 5 de septiembre de 1914, y si bien es cierto Chile està de duelo por una tragedìa àèrea, considerada la mayor de su hisoria en 30 años, ningùn diario comenta el natalicio del autor de Poemas y Antipoemas, el màs polèmico y discutido poeta vivo chileno desde los años setenta. Una nueva señal, cuanto se aprecia, respeta, conoce y significa la poesía en el Chile neoliberal y emprendedor. En esa oportunidad, el mandatario, por obra y gracia de su verbo, otorgò vida, de paso, a Robinson Crusoe, un personaje de leyenda de Daniel de Foe.
De Parra, el personaje y su obra se ha dicho de todo y hasta lo inimaginable. El pasa su tiempo post vida en un balneario chileno llamado Las Cruces, con un clima esplèndido para los enfermos del corazòn, aunque ese no es su problema. Êl tambièn ha dicho de todo y hasta lo inimaginable. Por ejemplo, para zanjar de un pistoletazo de corsario con la vieja tradiciòn, el canon chileno, de los cuatro grandes poetas: Neruda, Huidobro, la Mistral y De Rokha, en cualquier orden, para no ofender a nadie y menos la historia, Parra acuñò un artefacto, que los cuatro poetas chilenos son: Alonso de Ercilla y Zùñiga y Rubèn Darìo. Ambos, ademàs extranjeros: español y nicaraguense. Una chistologìa en la larga tradiciòn poètica chilena, pero la funciòn parriana es derribar mitos, reìrse de la tradiciòn y jugar con la historia y convenciones. Y Bolaño ha celebrado mucho esta ocurrencia, la que comentò en su libro Entre parèntesis.
Detràs de un juglar siempre hay novedades y sorpresas, mientras exista el juego, y en eso Parra es un maestro indiscutido. Su poesìa, que denomina anti, cabalga con espuelas propias. "Huaso chillanejo", ladino, con su lengua desconfiada, personal, emprendiò su propia aventura poètica 17 años despuès, con Poemas y antipoemas (1954), cuando se dio cuenta que no le bastaba con un Cancionero sin nombre (1937) para enfrentar a quien le habìa puesto un nombre y sello personal a la poesìa chilena y latinoamericana: Pablo Neruda.
Cuadriculò el mapa poètico de Chile, se remontò hasta los griegos, mezcló pòcimas de poesìa inglesa, norteamericana, surrealismo, sin duda, Kafka, Whitman, la fìsica, refranes, mitologìa, lo popular, la vida indudablemente que es sinònimo de poesìa para el antipoeta, y las lecturas detestivescas sobre la poesìa nerudiana, que terminò tarspasando a su amigo Roberto Bolaño. Se alimentò de mucho màs, de lo que olfateaba y olìa, en su emblemàtica residencia santiaguina en La Reina, como un tigre que buscaba sus propias rayas.
Parra, a estas alturas, no necesita crìtico ni aduladores, èl aplicò la sentencia y consigna de Pound, en que màs que amigos, tenemos compañeros de juego, la aventura, dirìa, de la palabra, la propia y la ajena, sobre una mesa, donde el poema pareciera ser un tòmbola, no de azar, sino de destino que el propio poeta maneja a su manera.
Parra es un ejemplo, que no sólo el iceberg està con su presencia rotunda bajo el agua, sino que te pisa los talones, quita el sueño, se planta delante de ti con su gran sombra, como si el horizonte midiera unos cuantos centìmetros y la tierra girara por esa obsesiòn que tienes en la cabeza. Nadie nos empuja una gran roca desde la cima, somos nosotros los que salimos a su encuentro. Una tarea titànica, tiene màs sentido que esperar pasar ver el cadàver del enemigo frente a nuestra puerta. A veces, el enemigo resulta ser un fantasma inefable. Todos los caminos no conducen a la página en blanco.
Mucho antes de escribir Canciones rusas, Parra se habìa montado en su propia montaña rusa y cuando el viento no le era favorable, pedaleaba solo contra el mundo desde La Reina a San Fabiàn de Alico en la bicicleta de la antipoesìa. Dos ruedas, una rueda o tres ruedas, el equilibrio perfecto. Una manera de sobrevivir a la vida, asumiendo los riesgos del francotirador, del antipoeta mitad àngel, mitad demonio, aproximàndose siempre al precipicio, pero sin caerse. ¿El filo y la carne de las palabras para materializar la antipoesìa?
De Parra y la antipoesìa, se ha dicho mucho y de todo. Los àngeles han tocado sus trompetas y los demonios cavilado por el infierno. Nada pareciera quedar en su lugar despuès de un antipoema. Un ambiente de viento càlido con rayos y truenos, cae sobre el lector. Es lo que puedo traducir años màs tarde, desde que vi construir a Parra sus Artefactos, y toda su poesìa anti establishment en plena época de guerra frìa, el electroshok de la primavera parriana. Sus discursos àcidos y fragantes como amapolas. Parra miraba el universo, viajaba a Moscù, La Habana, Washington, Praga y sus dardos listos para ser disparados por la mano anàrquica. A diestra y siniestra, como si el porvenir lo aplastaran las palabras. El mismo pedìa que no se alarmaran, extrañaran, si lo vieran escuchando al mismo tiempo una misa en el Kremlin o comiendo un hot dog en Nueva York.Sus crìticos y lectores diràn, Parra es mucho màs que eso. Sin duda y èl lo sabe.Y còmo no habrìa de saberlo. No he conocido a nadie, que con su razón apenas, se esforzara tanto cada dìa por ganar un espacio entre la cordillera y el mar de la poesìa chilena. Y no cualquier metro cuadrado, sino una de sus cimas. Còmo llegar al Salòn de la Fama de la poesìa chilena y màs, fue su gran desafìo. Neftalì Reyes B., hijo de ferroviario, la sombra permanente, aparentemente insalvable, en la oscuridad y luz de la nueva poesìa chilena. La lucha, que segùn Roberto Bolaño, no dio Borges, màs bien la abandonò por los cuentos y los ensayos, cuando quiso ser el màs importante poeta de Amèrica y ya estaba Neruda. Palabras del Detective Salvaje, que casi siempre las enfilò contra el Vate de Isla Negra, por a b ò c motivos. Al parecer, Neruda dejò el campo minado de la poesía antes de morir en 1973, en circunstancias aùn no esclarecidas del todo. Parra necesitò al viajero inmòvil de la cordillera de la costa para hacer su trabajo de insigne zapador y constructor, demoliciòn, como el llamaba usualmente su trabajo poètico. Un país tan acostumbrado a los terremotos y Parra se pregunta en Test, què es la antipoesìa: ¿Un temporal en una taza de tè? Despuès vendrìan màs y màs preguntas, respuestas ambiguas, porque nada es màs rotundo que el silencio o perfil de algunas palabras.
El antipoeta ha escrito poemas memorables: Soliloquio del individuo; Es olvido; Los vicios del mundo moderno; Manifiesto; El hombre imaginario, un arsenal de artefactos, trapos sucios, cachureos varios y todo lo que se movìa ante sus ojos o escuchaban sus oìdos, y consideraba antipoesìa.
Parra devoraba su època como una aspiradora.
Al final, casi, de esta gran jornada parriana, poeta de múltiples velocidades, escenarios, de dos siglos, Parra espera el segundo tomo de sus Obras completas&algo + Voy&vuelvo (este último signo es una cruz en la portada del primer volumen editado por Galaxia Gutenberg), para este mes de octubre. A lo màximo que habìa llegado aceptar como fin de capìtulo, fue la ediciòn legendaria de su libro Obra Gruesa, publicada en 1969. Fue Bolaño quien lo convenciò en una visita a Las Cruces y accediò. El autor de Versos de Salón, agradece a Bolaño un tercer o cuatro aire para su poesìa. ¿Un acto de modestia? Parra ya era hace años candidato al Nobel y un poeta muy conocido en el mundo anglosajòn y Amèrica latina. Traducido hace dècadas por los màs importantes poetas norteamericanos: Ginsberg, Williams Carlos Williams, Ferlinghett, entre otros.
A Parra siempre le ha gustado mirar detràs del espejo. Este poema de Poemas y antipoemas, me gusta, tiene esa suerte de amor anònimo, aquèl que se jura por siempre y que nunca pasarà.
Cartas a una desconocida
Cuando pasen los años, cuando pasen
Los años y el aire haya cavado un foso
Entre tu alma y la mìa; cuando pasen los años
Y yo solo sea un hombre que amò,
Un ser que se detuvo un instante frente a tus labios,
Un pobre hombre cansado de andar por los jardines,
¿Dònde estaràs tù?¡Dònde
Estaràs, oh hija de mis besos!
Ahí, en la costa de Chile, Parra sigue parreando sus dìas. Reporta el diario La Tercera que sigue viviendo la actualidad. Piensa en Libia y Gadaffi. Èl siempre ha sido un poeta de la actualidad, hombre de època y en Las Cruces, continùa en sintonìa con el mundo. Sigue anotando todo en sus grandes libretas. Apunta lo que la marea trae y lleva a sus oìdos. Un ejercicio que hacìa en los prados del Pedagògico de la Universidad de Chile y donde estuviera, con su aire de profesor. El último texto que escribiò en el pizarròn, cuando ya frisaba los 80 años y daba clase de literatura en la Escuela de Ingenierìa, dice : "Adiós estimados alumnos/a defender los últimos cisnes de cuello negro que van quedando en este país/ a patadas/ a combos/ a lo que venga/ la poesía nos dará las gracias".
Salvaba hasta el final su bandera arreada.
De Parra, el personaje y su obra se ha dicho de todo y hasta lo inimaginable. El pasa su tiempo post vida en un balneario chileno llamado Las Cruces, con un clima esplèndido para los enfermos del corazòn, aunque ese no es su problema. Êl tambièn ha dicho de todo y hasta lo inimaginable. Por ejemplo, para zanjar de un pistoletazo de corsario con la vieja tradiciòn, el canon chileno, de los cuatro grandes poetas: Neruda, Huidobro, la Mistral y De Rokha, en cualquier orden, para no ofender a nadie y menos la historia, Parra acuñò un artefacto, que los cuatro poetas chilenos son: Alonso de Ercilla y Zùñiga y Rubèn Darìo. Ambos, ademàs extranjeros: español y nicaraguense. Una chistologìa en la larga tradiciòn poètica chilena, pero la funciòn parriana es derribar mitos, reìrse de la tradiciòn y jugar con la historia y convenciones. Y Bolaño ha celebrado mucho esta ocurrencia, la que comentò en su libro Entre parèntesis.
Detràs de un juglar siempre hay novedades y sorpresas, mientras exista el juego, y en eso Parra es un maestro indiscutido. Su poesìa, que denomina anti, cabalga con espuelas propias. "Huaso chillanejo", ladino, con su lengua desconfiada, personal, emprendiò su propia aventura poètica 17 años despuès, con Poemas y antipoemas (1954), cuando se dio cuenta que no le bastaba con un Cancionero sin nombre (1937) para enfrentar a quien le habìa puesto un nombre y sello personal a la poesìa chilena y latinoamericana: Pablo Neruda.
Cuadriculò el mapa poètico de Chile, se remontò hasta los griegos, mezcló pòcimas de poesìa inglesa, norteamericana, surrealismo, sin duda, Kafka, Whitman, la fìsica, refranes, mitologìa, lo popular, la vida indudablemente que es sinònimo de poesìa para el antipoeta, y las lecturas detestivescas sobre la poesìa nerudiana, que terminò tarspasando a su amigo Roberto Bolaño. Se alimentò de mucho màs, de lo que olfateaba y olìa, en su emblemàtica residencia santiaguina en La Reina, como un tigre que buscaba sus propias rayas.
Parra, a estas alturas, no necesita crìtico ni aduladores, èl aplicò la sentencia y consigna de Pound, en que màs que amigos, tenemos compañeros de juego, la aventura, dirìa, de la palabra, la propia y la ajena, sobre una mesa, donde el poema pareciera ser un tòmbola, no de azar, sino de destino que el propio poeta maneja a su manera.
Parra es un ejemplo, que no sólo el iceberg està con su presencia rotunda bajo el agua, sino que te pisa los talones, quita el sueño, se planta delante de ti con su gran sombra, como si el horizonte midiera unos cuantos centìmetros y la tierra girara por esa obsesiòn que tienes en la cabeza. Nadie nos empuja una gran roca desde la cima, somos nosotros los que salimos a su encuentro. Una tarea titànica, tiene màs sentido que esperar pasar ver el cadàver del enemigo frente a nuestra puerta. A veces, el enemigo resulta ser un fantasma inefable. Todos los caminos no conducen a la página en blanco.
Mucho antes de escribir Canciones rusas, Parra se habìa montado en su propia montaña rusa y cuando el viento no le era favorable, pedaleaba solo contra el mundo desde La Reina a San Fabiàn de Alico en la bicicleta de la antipoesìa. Dos ruedas, una rueda o tres ruedas, el equilibrio perfecto. Una manera de sobrevivir a la vida, asumiendo los riesgos del francotirador, del antipoeta mitad àngel, mitad demonio, aproximàndose siempre al precipicio, pero sin caerse. ¿El filo y la carne de las palabras para materializar la antipoesìa?
De Parra y la antipoesìa, se ha dicho mucho y de todo. Los àngeles han tocado sus trompetas y los demonios cavilado por el infierno. Nada pareciera quedar en su lugar despuès de un antipoema. Un ambiente de viento càlido con rayos y truenos, cae sobre el lector. Es lo que puedo traducir años màs tarde, desde que vi construir a Parra sus Artefactos, y toda su poesìa anti establishment en plena época de guerra frìa, el electroshok de la primavera parriana. Sus discursos àcidos y fragantes como amapolas. Parra miraba el universo, viajaba a Moscù, La Habana, Washington, Praga y sus dardos listos para ser disparados por la mano anàrquica. A diestra y siniestra, como si el porvenir lo aplastaran las palabras. El mismo pedìa que no se alarmaran, extrañaran, si lo vieran escuchando al mismo tiempo una misa en el Kremlin o comiendo un hot dog en Nueva York.Sus crìticos y lectores diràn, Parra es mucho màs que eso. Sin duda y èl lo sabe.Y còmo no habrìa de saberlo. No he conocido a nadie, que con su razón apenas, se esforzara tanto cada dìa por ganar un espacio entre la cordillera y el mar de la poesìa chilena. Y no cualquier metro cuadrado, sino una de sus cimas. Còmo llegar al Salòn de la Fama de la poesìa chilena y màs, fue su gran desafìo. Neftalì Reyes B., hijo de ferroviario, la sombra permanente, aparentemente insalvable, en la oscuridad y luz de la nueva poesìa chilena. La lucha, que segùn Roberto Bolaño, no dio Borges, màs bien la abandonò por los cuentos y los ensayos, cuando quiso ser el màs importante poeta de Amèrica y ya estaba Neruda. Palabras del Detective Salvaje, que casi siempre las enfilò contra el Vate de Isla Negra, por a b ò c motivos. Al parecer, Neruda dejò el campo minado de la poesía antes de morir en 1973, en circunstancias aùn no esclarecidas del todo. Parra necesitò al viajero inmòvil de la cordillera de la costa para hacer su trabajo de insigne zapador y constructor, demoliciòn, como el llamaba usualmente su trabajo poètico. Un país tan acostumbrado a los terremotos y Parra se pregunta en Test, què es la antipoesìa: ¿Un temporal en una taza de tè? Despuès vendrìan màs y màs preguntas, respuestas ambiguas, porque nada es màs rotundo que el silencio o perfil de algunas palabras.
El antipoeta ha escrito poemas memorables: Soliloquio del individuo; Es olvido; Los vicios del mundo moderno; Manifiesto; El hombre imaginario, un arsenal de artefactos, trapos sucios, cachureos varios y todo lo que se movìa ante sus ojos o escuchaban sus oìdos, y consideraba antipoesìa.
Parra devoraba su època como una aspiradora.
Al final, casi, de esta gran jornada parriana, poeta de múltiples velocidades, escenarios, de dos siglos, Parra espera el segundo tomo de sus Obras completas&algo + Voy&vuelvo (este último signo es una cruz en la portada del primer volumen editado por Galaxia Gutenberg), para este mes de octubre. A lo màximo que habìa llegado aceptar como fin de capìtulo, fue la ediciòn legendaria de su libro Obra Gruesa, publicada en 1969. Fue Bolaño quien lo convenciò en una visita a Las Cruces y accediò. El autor de Versos de Salón, agradece a Bolaño un tercer o cuatro aire para su poesìa. ¿Un acto de modestia? Parra ya era hace años candidato al Nobel y un poeta muy conocido en el mundo anglosajòn y Amèrica latina. Traducido hace dècadas por los màs importantes poetas norteamericanos: Ginsberg, Williams Carlos Williams, Ferlinghett, entre otros.
A Parra siempre le ha gustado mirar detràs del espejo. Este poema de Poemas y antipoemas, me gusta, tiene esa suerte de amor anònimo, aquèl que se jura por siempre y que nunca pasarà.
Cartas a una desconocida
Cuando pasen los años, cuando pasen
Los años y el aire haya cavado un foso
Entre tu alma y la mìa; cuando pasen los años
Y yo solo sea un hombre que amò,
Un ser que se detuvo un instante frente a tus labios,
Un pobre hombre cansado de andar por los jardines,
¿Dònde estaràs tù?¡Dònde
Estaràs, oh hija de mis besos!
Ahí, en la costa de Chile, Parra sigue parreando sus dìas. Reporta el diario La Tercera que sigue viviendo la actualidad. Piensa en Libia y Gadaffi. Èl siempre ha sido un poeta de la actualidad, hombre de època y en Las Cruces, continùa en sintonìa con el mundo. Sigue anotando todo en sus grandes libretas. Apunta lo que la marea trae y lleva a sus oìdos. Un ejercicio que hacìa en los prados del Pedagògico de la Universidad de Chile y donde estuviera, con su aire de profesor. El último texto que escribiò en el pizarròn, cuando ya frisaba los 80 años y daba clase de literatura en la Escuela de Ingenierìa, dice : "Adiós estimados alumnos/a defender los últimos cisnes de cuello negro que van quedando en este país/ a patadas/ a combos/ a lo que venga/ la poesía nos dará las gracias".
Salvaba hasta el final su bandera arreada.
1 comentario:
Me encantò lo de parra, la foto y el poema!! verdad....serìa un anti-festejo. Me encanta su estilo alocado, bohemio, anti-sistema, un loco divino!!!!!!!!!!!!
Falta leer el otro artìculo. LLeguè, y ya salgo nuevamente. Hoy es un dìa a full.
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