lunes, febrero 27, 2012



Imágenes son imágenes, una de ellas, el árbol de Guayacán que anuncia un poco el término del  verano, la estación seca  en el istmo tropical. Asoman en este febrero bisiesto sus copos amarillos que duran unos pocos días, una mañana, cuando ayer el árbol reverdesía naturalmente. La naturaleza no pareciera  comportarse como un reloj, sino sus manecillas enloquecen a rato y disparan antes o después de tiempo, la belleza que oculta cada año este árbol de origen antillano. Es un privilegio verlo en la inmensidad de su silenciosa y brillante belleza efímera.
Ilumina el rostro de la ciudad, como un pequeño sol fugaz, que nos recuerda el paso del tiempo y la caducidad, la naturaleza suele renovarse cuando el hombre no la perturba.
El Guayacàn es un ejemplo, de que todo pasa  y todo queda.
La naturaleza no deja de sorprendernos con su belleza, hallazgos, sus secretos encantos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ando por ahì, buscando este tipo de cosas, la belleza, intentando como vos de que pocas cosas perturben el alma, aunque haya dìas y dìas. Muy bien por lo tuyo, siempre tienes proyectos y esa palabra es sinònimo de esperanza, palabra en des-uso, pero linda palabra, es una espera que se lanza!!!! de proyectos posibles.
y la literatura lo es, asì como para mì la psicologìa, la filosofìa que tanto me gusta...