Dejen, dejen respirar al muerto,
vivir al vivo su aire
envenenado,
la muerte del muerto està en sus manos
(no me desvìo, es la historia)
Rostros plomizos, dibujados en la cenizas
de una bocanada,
los santuarios asmáticos de la ciudad
Con sàbanas blancas taparàn todo
el aire, dejen respirar la voz sin lengua,
vagar la memoria, el cuerpo
del vivo que duerme en sus laureles.
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