Esos dìas
asfixiaban la asfixia,
con sus
manos la palabra desollaban ,
como la gallinita ciega jugaban
a encontrar la
muerte.
Antes de nacer era
mejor morir,
aún después de no
ver el día
y dejar que las
horas libres partieran
con sus ojos sin
luz,
un tiempo
desconocido
Perros asesinos
mataban la muerte,
nada les decía el
orden de los cuerpos,
horizontales o
verticales,
sobre una luz
oscura
pálidos,
amarillos, yertos
de ese azul
gris irrecuperable,
sus ojos veìan hacia
dentro
gestos de su boca torcida.
El cuerpo
ejercía el derecho a vivir,
cuando le
sorprendieron y dejaron frio.
Rolando Gabrielli©2013
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