Déjame no pertenecer,
vivir este mal de época,
el gusano corroer,
mi tos kafkiana, tuberculosa,
ensombrecer la luz del mediodía.
Una falsa sonrisa mover,
esa retórica veneciana
que nos consume en cuerpo y alma
y vacía la mano,
la sombra que la guía.
No hay espejo sin imagen,
al otro lado el tiempo es eterno,
tan dócil,
como el sueño de un cordero.
Rolando Gabrielli©2013
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