Parado frente a un espejo,
está el cuerpo inmóvil,
la imagen de uno mismo,
desnuda, sin nombre ni apellidos,
un gesto de familia tal vez.
Solo y convertido en presente,
el presente.
Un vidrio repite y calca
el cuerpo que aun somos
y por un instante retiene,
proyecta nuestra imagen.
Nada agrega el cuerpo al espejo,
quizás algo que vamos a ser.
Rolando Gabrielli©2014
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