Sentados están mis fantasmas
con sus sábanas blancas,
impecables en su nueva vida,
livianos de ropas, gráciles, cómodos,
espiritualmente perfectos.
Nada sobra al cuerpo
y el alma acomoda sus bártulos,
discretamente más allá.
Sin más peso que el viento,
las hojas caen en el jardín
de Adán y Eva.
Un fruto al pie de un árbol,
será la semilla algún día.
Rolando Gabrielli©2014
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