En mis días de
gloria,
contados con
los dedos de la mano,
me bastaba mirar
por una ventana y ver el sol
o salir por una
puerta sin ninguna intención
de llegar a alguna
parte,
pisar y
volver a pisar Santiago
derechito con el
pie izquierdo
hacia un horizonte
borroso,
de casas bajas,
perros sin amos
sombras que
nos guiaban
toda la noche.
Bah!, la poesía
servía para todo
o casi nada, daba
lo mismo,
la noche tenía un
brillo propio
en las palabras.
Rolando Gabrielli©2014
2 comentarios:
JAJAJA buena respuesta!!!!! hay un dicho budista que dice....y quièn tira del buey...????
El poema maravilloso, mandè un comentario, el de la espesura frugal ....en ese documento de juventud, amarillo, esperanzado, un bello poema
Publicar un comentario