Jorge Luis Borges,
antes de morir,
(alababa la muerte),
dispuso de un conjuro
para salir del laberinto
en que se encontraba
y para tales efectos solicitó
un odiado espejo
y se miró en el último instante.
Al reconocerse, se despidió
del otro Borges,
para estar seguro
que ya no se verían más.
Rolando Gabrielli©2014
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