Llegas tarde ayer
como la primavera azul
y caminas con tus zapatos verdes
por la estación más bella.
El día no está para nadie
y una luz ácida de ciudad
filtran las ventanas,
una mañana
detrás de un grupo de moscas odiosas.
No hay nada nuevo en teoría
y todo está cambiando,
lo auténtico es una verdadera obsesión
y este debiera ser el mejor noviembre
de cualquier primavera por nacer
o de una de estas noches,
donde rueda una piedra,
invariablemente,
en algún lugar.
Rolando Gabrielli©2015
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