La postal de Dallas
viene a mi memoria,
en el soleado 22 de noviembre de 1963,
era un estudiante de secundaria en un país remoto,
caminaba por un callejón
a la salida de clases
y la voz de una emisora
trajo la noticia.
Nos fuimos comentando el suceso
durante varias cuadras con la inocencia
de dos adolescentes que veían asomar
la punta del iceberg de futuros grandes
acontecimientos casi indescifrables.
Han crecido los árboles y sobre todo el terror,
los rumores y las investigaciones
han caído en el mismo
caño que la historia
pareciera reservar a la miseria humana.
La muerte es casi un disfraz
detrás del
establecimiento,
el maniquí que nos representa.
Rolando Gabrielli©2017
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