Los poetas no duermen,
viajan insomnes por
caminos inconfesables.
Cuentan las palabras que viven en su almohada.
Están despiertos aún
en sus sueños.
La poesía puede revolotear a la luz
de una lámpara eléctrica cada noche
y sigue siendo un
enigma.
El poema no es oscuro,
ni transparente,
nace luminoso en su lectura.
Rolando Gabrielli©2019
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