La muerte ordinaria pone fecha
a la muerte,
por puro placer
le enciende velas,
un calendario y día esperan para cada cosa,
asfixia, la voz adormece la paloma,
en blanco agónico vuelo cae la noche,
como si no fuera
suficiente.
Se detienen los vuelos,
sin tormenta llega el silencio.
A una estación cualquiera
acude el eterno sueño,
sin pasajeros la vida,
no tendría sentido.
Rolando Gabrielli©2019
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