Jorge Teillier
Hoy me sentí
terrícola como nunca. Me vacuné y salí a caminar junto al mar, con los pies en
la tierra. A respirar en la Calzada de Amador,
lejos del contacto viral humano. Una enorme contradicción porque somos personas
que
crecemos y vivimos socializando. Todos saben que una molécula anónima nos mantiene en distanciamiento y en permanente capilla ardiente, de acuerdo
con el refrán popular, antesala al más allá. Ver como la ciudad se borraba con la lluvia tropical y la brisa mecía las
palmas con elegancia. Hay más agua en la Tierra que tierra, es una realidad. No
es una contradicción, es nuestra naturaleza, pero el planeta es de tal belleza, que hasta desde el
espacio, lo dijo Yuri Gagarin- el primero que orbitó la Tierra- : “Pobladores
del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos”. “La Tierra
es azul.”
No es una frase para
ser olvidada. Han transcurrido 60 años, la Tierra estaba en peligro durante la
Guerra fría, expuesta a explosiones nucleares. Hoy esa misma espada de Damocles
pende sobre nuestro planeta azul, además del efecto climático, nuestra perversa
manera de comportarnos en la Tierra.
Vi con nostalgia desaparecer la ciudad detrás de la lluvia, la arrogancia del ingenio humano, mientras caían las hojas durante el “otoño tropical”, que aún se niega a dar paso a las temporadas intensas de lluvia, que inundan las calles, destruyen caminos, precarizan la vida de los pobres y salvan el funcionamiento del Canal de Panamá. Prodigio de la naturaleza, pero al hombre le corresponde armonizar tanta riqueza y belleza antes que sea tarde.
El mundo científico celebra la producción de oxígeno respirable en Marte, y el hombre podría respirar 10 minutos en ese planeta que tanto ha ficcionado la literatura, el cine y la propia ciencia. Un universo marciano tan próximo a nuestra imaginación. Ingenuity habla del ingenio humano. Marte pareciera un planeta hostil para la vida humana. Su atmósfera no sol oes respirable, sino , dicen los científicos, no permitiría la combustión de los motores de las naves para que regresen a la Tierra Marte seguirá siendo un misterio, como la existencia de los marcianos, que han habitado en el imaginario terrícola. Siempre pienso en Ray Bradbury que quiso que lo enterraran en Marte, él que ficcionó magistralmente, poéticamente, con el planeta rojo, y escribió sus célebres Crónicas marcianas, unos 25 relatos alucinantes. Tal vez un ejemplar de ese libro debiera dejarse en custodia en Marte, quizás un habitante lo lea telepáticamente, como imaginaba el propio Ray.
¿Me pregunto que belleza y naturaleza, mares, ríos, creará el hombre en Marte y como será esa vida en ese planeta? Por ahora, pareciera que la urgencia es ver como se puede explorar ese territorio que no espera con un (a) Welcome, de acuerdo con los datos que nos dan a conocer los expertos. El suspenso ha durado tantos años, la esperanza de encontrar vida, incluso seres con tecnologías más avanzadas que las del hombre, por lo que queda esperar la investigación curiosa y experimental que se está llevando a cabo en territorio marciano. Todo lo que podamos decir desde las palabras, es pura especulación. Lo sabemos y aguardaremos nuevas noticias.
Pero aún estamos en la Tierra, celebrando su Día, con esperanza que el hombre asuma su condición de terrícola y proteja nuestro Planeta Azul, sus indudables maravillas, cuide además sus ríos y mares, porque la Tierra es más que la Tierra misma. Hoy he recogido unas hojas bellas que vienen de un árbol y la Tierra, permanece, se sostiene también de esas raíces, aunque las hojas se desprendan en otoño o en el verano tropical. Vida y muerte, regeneración, continuidad, sostenibilidad. La Tierra nos advierte sobre sus ciclos, que es un ser vivo en continua transformación y comunión, donde el azar no tiene lugar. No sé si será mucho pedir que cuidemos la Tierra, esta es nuestra casa, aquí vivimos, respiramos y también absurdamente nos odiamos, destruimos, esclavizamos, discriminamos, pero siempre existe la posibilidad de cambiar, volver a empezar.
Ese creo es el desafío en este momento, solidarizarnos con la Tierra y el hombre que la habita.
EPÍLOGO
Jorge Teillier, un gran poeta y lector, admiraba a Bradbury, pero cree más en el retorno al Lar, así lo dice en su poema Cuando todos se vayan, como enunciamos en el epígrafe y concluimos este mensaje a la Tierra y a los terrícolas.es un texto muy humano, al poeta de Lautaro, sur de Chile, no le anima abandonar la tierra en alguna nave y es más, piensa y dice que cuando todos se hayan ido, él permanecerá en la ciudad abandonada. Jorge, en la vida real, siempre volvió a Lautaro, aún cuando ya no existía su casa paterna porque su padre e hijo se habían exiliado, en la Tierra, no en otro planeta. Él, sostiene en el poema, se quedará en el ocio maravilloso, distraído, de la vida, echándose luciérnagas en el bolsillo, hablará con sus antiguos compañeros de Escuela, retornará a la mítica infancia, donde en verdad, nunca salió. Regresará a su paraíso perdido, diría, retornará a su casa, a escuchar discos de un cantante de los años 30, y caminará sin prisa, desprevenido, sin preocuparse en verdad de mirar los caminos infinitos trazados por los cohetes en el espacio.
Jorge falleció en Viña del Mar escuchando a Gardel. El nació el día que murió el Troesma, el Mago. Rolando Gabrielli 2021
Y en el pueblo no tendré nada que hacer,sino echarme luciérnagas a los bolsillos
o caminar a orillas de rieles oxidados
o sentarme en el roído mostrador de un almacén
para hablar con antiguos compañeros de escuela.
Como una araña que recorre
los mismos hilos de su red
caminaré sin prisa por las calles
invadidas de malezas
mirando los palomares
que se vienen abajo,
hasta llegar a mi casa
donde me encerraré a escuchar
discos de un cantante de 1930
sin cuidarme jamás de mirar
los caminos infinitos
trazados por los cohetes en el espacio.
2 comentarios:
Gracias Rolando,magnifico texto y hermosa poesía , sigue alimentándonos de tus crónicas y prosas.
Tus textos son muy apreciado en mi página Faceboock ARTCESAR.
César
No hay nada como sentir la tierra cuando uno se hinca de rodillas a trabajarla... Ensuciarse las manos con ella es exquisito y uno siente su poder para alimentar vida, dar alimento, sombra, agua y sostén para la humanidad. Muy bella la historia del poeta chileno
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